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sábado, 4 de mayo de 2013

ANÁLISIS DEL COLECTIVO LÉSBICO EN LA REGIÓN DE MURCIA. ¿DÓNDE ESTÁN LAS LESBIANAS?


"Las lesbianas somos cuanto menos la mitad de la población homosexual, por tanto no podemos ser consideradas como una minoría dentro de la misma. El discurso social y político emanado del llamado movimiento LGTB continúa siendo, a pesar de un evidente esfuerzo realizado en los últimos años, androcéntrico. Los gays, los varones, siguen siendo la medida de todas las cosas. Está costando que el discurso sociopolítico incorpore la realidad de las mujeres homosexuales y debemos ser conscientes de que mas allá de la discriminación legal que padecemos gays y lesbianas, la situación social, económica, familiar, sexual, etc., de las lesbianas es diferente a la de los gays, y esa diferencia tiene que hacerse visible para poder ser combatida. Y la lucha por esa igualdad es cosa de todos. La igualdad entre gays y lesbianas tiene que pasar porque ambas realidades se incorporen en igualdad al discurso común y ambas realidades sean conocidas y todas las desigualdades combatidas con los mismos recursos comunes. Las lesbianas no son lo "particular" en la realidad LGTB, sino lo general también. Las herramientas de unos y otras para conseguir la igualdad con el resto de la sociedad son, en la mayoría de los casos, diferentes, y por tanto el conocimiento de ambas realidades es imprescindible para diseñar estrategias que combatan dicha desigualdad".

Beatriz Gimeno. Texto aprobado por unanimidad en 2002 en el 2º Congreso de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales.


La formación de grupos mixtos en el seno del movimiento de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales tuvo lugar en los años 90, para superar las situaciones de desigualdad por razones de orientación sexual e identidad de género. La labor social que han desempeñado las asociaciones LGTB en la Región de Murcia ha dado acogida a muchos usuarios que buscaban un lugar donde respirar fuera del armario, socializarse con otros iguales y comprometerse con la defensa de los Derechos Humanos.

Esto provocó que la sociedad percibiera a las lesbianas y gays como un todo que lucha por los mismos derechos, pero la posición social, económica y cultural como mujeres y hombres es radicalmente distinta, y diferentes son también las estrategias y los espacios que se han ido abriendo y en los que hombres y mujeres se mueven cotidianamente.

Vivimos en una sociedad machista, donde la discriminación es estructural, fenómeno que también se manifiesta en las asociaciones LGTB donde el discurso feminista brilla por su ausencia. Muchos hombres gays y bisexuales siguen asumiendo su rol de hombres dominantes en una sociedad machista, ignorando el peso trascendental que ha tenido el movimiento feminista en sus vidas y contribuyendo con la invisibilización que sufren las lesbianas y mujeres bisexuales (en el ámbito académico, periodístico, cultural y político LGTB).

Carmen G. Hernández, en su artículo “Al armario de nuevo: la invisibilidad de las activistas lesbianas en la construcción histórica del movimiento LGTB español”, resalta la importancia que ha tenido el movimiento feminista en el pensamiento LGTB. No cabe ninguna duda de que la manera de desactivar la homofobia es desactivando la dicotomía de género. Y el análisis de género lo aporta la teoría feminista. Treinta años después de que el movimiento LGTB empezara a organizarse en España, una cosa no ha cambiado: sigue haciendo falta que los hombres estudien y transversalicen más teoría feminista, más perspectiva de género, más autocrítica queer. Mientras que sigamos con esa mirada androcéntrica, continuaremos sin contemplar no sólo la labor de las lesbianas en el movimiento LGTB, sino menos aún los avances realizados por las lesbianas desde el movimiento feminista (del que los gays son también beneficiarios).

La invisibilidad lésbica está motivada por la exclusión de todo aquello que ha sido definido como de “mujer”. La lesbiana, en el conjunto del movimiento LGTB, sigue invisible porque predomina el discurso machista y los espacios heteronormativos, en los que las lesbianas se sienten fuera de lugar, encuentran techos de cristal y en desventaja respecto a sus compañeros gays. De hecho, la palabra “lesbiana” se usa como elemento decorativo del conjunto LGTB, en el que se diluyen las acciones y reivindicaciones de las lesbianas, en plural. Ni todas las mujeres tienen las mismas necesidades, ni todas las lesbianas reclaman lo mismo.

El problema de fondo radica en una sociedad que no conoce la realidad lésbica, no existen para la sociedad, y ellas no están haciendo lo necesario para alcanzar la visibilidad plena. Por otro lado, la lesbofobia ha contribuido al propio rechazo de la sexualidad lésbica y al silencio, a la marginación y a la soledad. Ellas llevan inserto en la memoria colectiva todo el dolor y el horror que ha conllevado la represión de la existencia lésbica durante años.

Como activista, no creo que la invisibilidad sea una opción. Como no defiendo la lesbofobia internalizada, ni el rechazo a la diversidad de nuestra comunidad. Porque el silencio les excluye, les aliena, les margina, les daña física y psicológicamente, les aparta de nuestros derechos, de la igualdad, de la dignidad, del futuro.

Propuestas para salir del bunker.

Todos los activistas, hombres y mujeres, debemos reflexionar sobre qué quieren las lesbianas, qué necesitan transformar de nuestros entornos más próximos para poder vivir mejor. Desde los protocolos médicos y ginecológicos que, asumen constantemente nuestra heterosexualidad, hasta la transformación de los modelos sociales que asumen que las mujeres – y, por extensión, las lesbianas – tienen que ajustarse a determinados patrones de conducta, aspecto, etc.

Se hace necesario ampliar la cantidad y calidad de imágenes y voces que se divulgan sobre el lesbianismo, desde las mujeres que simplemente tienen sexo con mujeres, hasta quienes reclaman el matrimonio.

Todas las asociaciones LGTB de la Región de Murcia tienen la obligación moral de tender puentes con el colectivo lésbico y apoyar la visibilidad lésbica, mediante la creación de espacios destinados específicamente para ellas: lesbianas, bisexuales, transexuales. Grupos propios donde puedan desarrollar proyectos diseñados concretamente para su especificidad y en los que puedan compartir sus experiencias vitales; webs o blogs con recursos (documentación, artículos, redes sociales, etc.); campañas para promocionar la visibilidad lésbica, en la que se anime a otras lesbianas con presencia pública a salir del armario; potenciar escuelas de género… En su conjunto, la finalidad no es otra que empoderar al colectivo lésbico, invitarles a que sean visibles y asuman las ventajas de vivir fuera del armario, pero sobre todo, para sentirse fuertes y orgullosas de ser lesbianas.