La manifestación del 23 de noviembre 2013 que tuvo lugar en Murcia fue, sin duda, el termómetro que midió el estado social después de dos años de gobierno del Partido Popular a nivel nacional. Ya nadie duda de la ruptura entre las instituciones y la sociedad causada por unas políticas neoliberales y un estado generalizado de corrupción democrática. Ante esta situación, la ciudadanía se ha organizado en movimientos sociales para frenar la lamentable situación de un Estado de Bienestar en retroceso.
Si el PP ejecuta una agenda oculta, no es menos cierto que ha configurado una manera de gobernar que dista mucho del "bien común" y ve en el poder una oportunidad de negocio con que enriquecer a sus miembros, simpatizantes y amiguetes mediante una red de clientelismo y de favores.
No está de más realizar un somero repaso al estado de la Nación:
Una Monarquía corrupta, cuya imagen institucional ha resultado un mero cuento chino que nos ha mantenido engañados durante años. Más voces se suman a la idea de instaurar un república.
El sistema de partidos políticos ha desembocado en el bipartidismo en detrimento de formaciones pequeñas gracias a una Ley Electoral que beneficia a los de siempre. No es de extrañar que se diga que PP y PSOE es lo mismo: alternancia del poder y viejas recetas políticas lejos de solucionar los problemas reales de la ciudadanía. Con su consabido "voto útil", se perpetúan en el poder indefinidamente.
El sistema parlamentario ha degenerado en un diálogo de besugos. Lo importante es asegurarse la paga y mantener los privilegios de una clase política que se asemeja más a la aristocracia del Antiguo Régimen que a una democracia real. Nos representan por imperativo legal, pero con despotismo.
Los llamados sindicatos del poder, UGT y CCOO, han perdido credibilidad a golpe de subvenciones estatales, se han "aburguesado" y sus sedes se han convertido en extensiones burocráticas. De lo político, sólo les quedan las siglas y un discurso caduco. Y para colmo de males, CCOO se visto envuelto en un escándalo de corrupción difícil de justificar. Sólo se les ve en la calle para salir en la foto y para lograr un poco de protagonismo. Pero todos sabemos que son igualmente cómplices del estado de corrupción generado en las instituciones.
Los distintos casos de corrupción se han visto cercenados en las salas de justicia gracias a la llamada del político de turno que, bajo amenazas y leyes totalitarias, ha reducido a la Justicia a una mera institución testimonial o residual. Se extiende la sensación de que hay dos clases de justicias: la del corrupto que sale impune; y la del pobre ciudadano común, que, ante falta de recursos, es sancionado y encarcelado con duras penas. Sólo hay que seguir de cerca el caso "Umbra", como ejemplo de la poca vergüenza de esa caterva que dice que nos representa.
La CEOE y la banca viven su mejor luna de miel con el Gobierno de la Nación, quien les ha regalado una Ley Laboral de ensueño y un rescate bancario que pagamos nosotros, los que no hemos provocado la crisis económica.
Asimismo, las políticas sociales se reducen a un hecho residual, prácticamente testimonial: Ley de Dependencia, Subsidios de Desempleo, Sistema de Pensiones, el derecho al aborto, etc. Sirva también como ejemplo el desmantelamiento de la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, o Ley de Igualdad de Género. A día de hoy, ante la falta de recursos materiales y económicos, los casos de violencia de género se han elevado a niveles desorbitados. La única reacción de los políticos del PP se manifiesta en la hipocresía: http://bit.ly/1bO1mR6; simplemente, han sido dos años de retroceso, involución, en materia de derechos sociales.
Las políticas de recortes del Partido Popular ha sido la excusa perfecta para adulterar derechos fundamentales, como Sanidad o Educación, que son concebidas como bienes de consumo y un jugoso negocio. Es una realidad que las universidades privadas juegan con ventaja, sólo hay que ver con qué soltura crece la UCAM, mientras que la UMU (Universidad de Murcia) y la UPC (Universidad Politécnica de Cartagena) ya no pueden garantizar su normal funcionamiento y temen un "cierre inminente". Ni la subida de las tasas ha logrado solucionar los problemas de financiación de las universidades públicas.
RTVE es otro ejemplo de cómo dar un "golpe de estado" y salir victorioso. El Presidente de la Nación, a golpe de ley, diseñó un ente pública a su medida. Si analizamos la programación, continuamente nos adoctrinan con mensajes que, de forma subliminal, se repiten como mantras. Parece ser que la máxima de distraer a la población con pan y circo funciona. Y si de paso también se consigue aborregar al populacho, ¡miel sobre hojuelas!
Lo último que se está preparando en los despachos de la Moncloa es una nueva ley de huelga y de servicios mínimos. Esta ley de la patada en la boca no deja de ser un mecanismo de control sobre la población y un atentado contra la libertad de expresión. Los que ya tienen una cierta edad y vivieron el régimen franquista, recuerdan una ley similar. De prosperar este proyecto de ley y ser aprobado en el Congreso de los Diputados, asistiremos a la muerte definitiva de la Democracia y daremos paso a un régimen totalitario y autoritario de régimen policial. Es la proclama de "¡sálvese quien pueda!". A golpe de multas, de un régimen del terror, se quiere dominar la soberanía del pueblo.
Con este panorama tan desolador, el ciudadano común se pregunta hasta cuándo va a aguantar... con los desahucios, con salarios tercermundialistas, con miembros del núcleo familiar sin trabajo, sin futuro, con unos hijos que emigran después de emplear tiempo y dinero en una educación superior, una clase política, sindicalista y empresarial aristocrática, una bolsa de pobreza galopante, unos servicios públicos agonizantes, un país en bancarrota moral...
Así, desde esta atalaya, el español medio siente que ser español es una desgracia y que lucha contra molinos de viento, con tirachinas contra dinosaurios, una odisea de final dudoso. Es un pesimismo generalizado, un pesimismo de "Estado" que, como un virus, extiende sus redes por obra y gracia del Gobierno del PP.
En cambio, en ningún momento contaban con la aparición de los movimientos sociales, herederos del 15M. Su presencia comienza a ser molesta para los mandatarios, caciques y reyezuelos de turno. Ante la falta de una cultura de la ciudadanía en el gen de los españoles, la propia necesidad de dar respuesta a las soluciones reales y abusos de la clase elitista ha insuflado vida al concepto de "movimiento social", el cual está creando escuelas de ciudadanía bajo el signo de la auténtica democracia. Autoaprendizage y autogestión evolucionan con la experiencia. Y quien crea que sólo son meras manifestaciones espontáneas de un grupo de gente con ganas de desfogarse, yerra crasamente. Todavía es pronto para analizar su proyección en el marco de nuestro sistema político, pero no me cabe la menor duda de que estamos en la antesala de algo muy importante, tal vez, el germen de una revolución social pacífica que cuestiona el poder (corrupto) establecido. Después de la "marcha de mareas", cabe preguntarse "¿y ahora qué?"... Pues ahora corresponde tomar decisiones, ejecutar acciones contundentes a solucionar el mal que padecemos y plantar cara a la represión de Estado. La lucha tan sólo acaba de comenzar. Por esa razón, cuando se habla de la apatía del murciano ante la vida pública y política, las "mareas sociales" son el mejor exponente de un cambio que se avecina, al fin y al cabo, son la mayoría exasperada, con una máxima muy clara: "¡Sí se puede!".