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domingo, 2 de septiembre de 2012

VOLANTE

Se llama Volante, que significa el que vuela, pero el próximo 11 de septiembre sus sueños dejarán de poder volar libres más allá del cercado, que lo mantendrá privado de liberad hasta esa fatídica fecha, en que condenado a muerte será ejecutado. Pacificas aspiraciones y anhelos de grandeza, que no traspasaban los límites del terreno acotado, en el que se conforma con tener sus necesidades básicas de supervivencia cubiertas el resto de su existencia. 

Volante, Toro de la Vega 2012El no sueña con pasar a la historia, formando parte de la por desgracia todavía macabra e inacabada lista de toros elegidos para demostrar su bravura, dejándose la vida en el empeño contra una jauría inhumana, que ha llegado a alcanzar el escalofriante y desproporcionado número de 20.000 sádicos armados con lanzas de hasta tres metros.

Qué hay de heroico, de noble, en dónde esta la gesta digna de ser mencionada, recordada y anotada en los anales de la historia con letras de oro, en este torneo desigual llamado “el Toro de la Vega”. En todo caso debería escribirse con letras imperecederas, color rojo sangre de toro, para que el glorioso día que desaparezca esta bárbara costumbre, jamás caiga en el olvido. Para que el paso del tiempo no borre el paradójico cenit de cultura destructiva de la existencia vital, que continuamos preservando en una de las épocas de mayor auge tecnológico y desarrollo científico en favor de incrementar la cantidad y calidad de vida. Privilegio exclusivamente reservado a nuestros semejantes

Aprovecho además la oportunidad para pedirle, a los que considero inteligentes habitantes de Tordesillas, que se preocupen de saber la realidad. Y los que no lo son, que prosigan falseándola y engañándose a si mismos, si es esa es su intención. En un verdadero lance, continuador de los torneos medievales y por tanto digno de llamarse así los contrincantes miden sus fuerzas en igualdad de condiciones y los dos aceptan el desafío voluntariamente. Una justa lid se basa en el equilibrio equitativo entre las fuerzas de los oponentes. Por ultimo el caballero victorioso jamás se cobraba la vida del vencido, que era curado y recuperado de sus heridas, jamás rematado. Ni mucho menos el vencedor cercenaba como trofeo parte corporal alguna con la intención de ganar virilidad a costa del derrotado.

Conforme se acerca la hora fijada para su ejecución, los que seguimos defendiendo y creyendo en su inocencia no cejamos de preguntarnos cuándo se celebró el juicio de un ser vivo, que por lo visto ya nació sentenciado por el echo de pertenecer a una especie animal y a un propietario, que tiene el privilegio de decidir sobre cómo debe vivir o morir.

Realmente no hubo juicio ni lo habrá en Tordesillas, porque en este municipio vallisoletano reina desde tiempo inmemorial la sinrazón. Y esta incomparable localidad se empecina un año más en ser mundialmente conocida como un reducto anacrónico donde aún se sacrifican animales vivos en honor a la divinizada e intocable tradición. Diosa suprema, a la cual se rinde culto ancestralmente con el sufrimiento y muerte de criaturas absolutamente desamparadas legal y socialmente, protagonistas en contra de su voluntad de incontables festejos de la España más atávica, que se sumerge periódicamente en la involución histórica. Pasado, que nos ha dejado en herencia un rico patrimonio cultural, del que sólo le interesa conservar el constituido por un compendio de costumbres, que nos desacreditan a nivel internacional. Usos, que se sustentan en un marco ideológico especista, que debería estar completamente superado en la actualidad, que propugna la concepción del resto de seres sensibles no humanos como objetos susceptibles de ser poseídos por el hombre; y sujetos a la satisfacción, mediante la explotación, de las necesidades humanas tanto de supervivencia como de prosperidad como de diversión.

El poder represivo irrefrenable de la tradición la ha transformado en una deidad pagana, que a pesar de haber sido convertida a la fuerza al cristianismo, como no se identifica plena y auténticamente con dicha creencia, sino solamente en apariencia, sigue exigiendo un tributo de crueldad y sangre y cuyo apetito sanguinario insaciable sigue justificando la inmolación de indefensas e involuntarias víctimas en innumerables fiestas patronales y populares en todos los rincones de la geografía cultural hispana. 

La tradición se mantiene todavía hoy en día como una fuerza opresora, utilizada por los partidarios y beneficiarios de la misma para someter cualquier argumento en contra, evidenciando una actitud totalmente antidemocrática propia de una dictadura, y para dominar además bajo su yugo tanto a detractores como a cómplices. Acallados estos últimos o forzados a manifestar su apoyo o indeferencia respecto a una costumbre aceptada por la mayoría o por una minoría, que ostenta el poder político o económico. Obligados en virtud de una ley del silencio no escrita o pacto comunitario tácito, cuya violación acarrea graves consecuencias de marginación o exclusión para quienes se atreven a infringirlos

Indudablemente la sociedad avanza gracias al progreso material, que va calando paulatinamente en cada una de los ámbitos de nuestra existencia convirtiéndose en un océano de bienestar, que se extiende ocupando cada vez mayores parcelas de la actividad humana. Pero la sociedad española en general y la tordesillana en particular, que ha optado racionalmente por disfrutar de los beneficios del desarrollo, que la inteligencia humana ha alcanzado, ha decidido contradictoria e irracionalmente privar de estos mismos derechos a nuestros hermanos en la creación. Compañeros con los que compartíamos y disfrutábamos el equilibrio y la perfecta simbiosis existente entre todo tipo de seres vivos en la naturaleza. Armonía basada en las relaciones de respeto entre todos los beneficiarios de un rico, diverso y aparentemente inagotable patrimonio natural, del que gozaban todos los animales en un plano de igualdad con respecto al hombre, quien rompió esta relación equitativa en la que se fundamentó el desarrollo de las civilizaciones más antiguas. Sociedades muy avanzadas, que se fueron degradando moralmente desde el momento en que se transformaron en esclavistas, pasando a concebir al resto de seres sensibles, subyugados bajo el dominio de las élites, que ostentan el poder, como fuentes de riqueza, rebajándolos del papel de usufructuarios con los mismos derechos a una condición de mera materia prima, mercancía intercambiable o herramienta de trabajo sustentada por la visión cosificante del resto de seres vivientes.

Necedad humana, que perfectamente comprendió en toda su dañina complejidad y vasto alcance en su día San Francisco de Asís, patrón de la ecología, que fue el primero hace ocho cientos años en concienciarse y en intentar mentalizar a sus contemporáneos de la urgente necesidad de volver a la radicalidad del mensaje cristiano de amor y respeto a todas las criaturas de Dios. Así que todos los creyentes coherentes deberíamos criticar la hipocresía de una Iglesia, la española, que parece ser ha renegado o vive de espaldas al mensaje de uno de sus más insignes y universales santos. Valiente personaje, incapaz de pisar una hormiga conscientemente, que de estar presente entre nosotros encabezaría la manifestación destinada a poner fin de una vez por todas a un cruel espectáculo, que deshumaniza a todos los que participan en él y que de no impedirlo continuará consagrando una costumbre, que cuenta con la protección y bendición tanto civil como eclesiástica. Autoridades, que con esta interesada y politizada actitud siguen perpetuando cruentas manifestaciones, que solo son validas para demostrar las cimas de incivilizada e irracional crueldad, que un pueblo falto de valores humanos y ajeno a una educación, que se los inculque, puede llegar a alcanzar.

Platanito toro de la vega. Tordesillas

No nos conformemos con contemplar insensibilizados y frustrados una ocasión más como una victima no culpable de la brutal y salvaje consciencia inhumana sufre las consecuencias de que exista en la España de las cavernas homínidos tan primarios, incapaces de controlar los instintos viscerales más degradantes de la humanidad. Y siguiendo el ejemplo del espíritu de Francisco de Asís, el primer líder activista defensor de la causa animalista como uno de los componentes esenciales del movimiento internacional iniciado y promovido por él, el franciscanismo, seamos activistas comprometidos y audaces capaces de gritar nuestra repulsa contra esta manifestación de violencia ofensiva contra la dignidad animal. Seamos voluntarios empujados por el ardiente deseo de interponer nuestras vidas como señal de protesta entre la ira soberbia y prepotente de una horda de bárbaros sedientos de sangrienta diversión y la solitaria indefensión de una criatura armada de asustada e impotente mansedumbre. Demostrando de ese modo la docilidad de un herbívoro, al que se pretende volver salvaje a base de tortura para justificar que el precio de sangre a pagar por su bravura es morir inmoralmente masacrado. Siendo finalmente inmortalizado en forma de trofeo en una vitrina o encima de la chimenea del más bruto de los cavernícolas.

Ante la intolerable actitud de sordera y ceguera de las autoridades competentes, que se niegan a escuchar y ver el clamor levantado desde todos los rincones del planeta pidiendo la amnistía para el que simboliza el respeto al valor inviolable de la vida, cerrando de este modo la puerta a cualquier vía de apelación, que pudiera conducir a su indulto, el próximo 11 de septiembre actuemos. 

¡No permitamos que se convierta en un nuevo mártir! ¡Ya ha habido demasiados!