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miércoles, 7 de agosto de 2013

¿QUÉ ES UNA PERSONA TRANSEXUAL?

Para comenzar diré que una persona transexual es simplemente una persona, aunque un porcentaje de la sociedad, afortunadamente cada vez menor, nos intente poner diferentes calificativos no muy gratificantes entre los que destacan monstruos, engendros, travelos, por no seguir con aquellos calificativos de peor gusto.

Realmente las personas transexuales somos seres extraños para la sociedad, pero… ¿por qué? Esa es la gran pregunta. ¿Por ser diferentes y no encajar en sus estereotipos arcaicos de lo que es un hombre y una mujer…?

Afortunadamente cada vez más, la sociedad nos empieza a ver tal y como somos: mujeres y hombres que como cualquier persona forma parte de la diversidad humana, desechando la idea de marginación y comprendiendo la necesidad de integración para convivir en un mundo más real.

Remontándonos a la historia de la transexualidad, dado que la transexualidad no es algo que haya nacido, como muchos y muchas piensan, de cuatro travestis con ganas de hacer el ridículo, no señores. La transexualidad tiene muchos años y siglos de antigüedad y, al contrario que en esta sociedad, éramos consideradas el culmen de la esencia humana, conocedora de las inquietudes de los hombres y mujeres, al compartir ambas esencias. El culmen de la perfección a pesar de lo feas o deformes que pudiéramos llegar a parecer, ya que nos aproximábamos a la idea de perfección de los dioses. Platón lo explicaría en su obra sobre el amor, el Banquete. Uno de los sexos estaba compuesto por la unión de hombre y mujer (hermafrodita). Zeus se vio tan intimidado por su fuerza e inteligencia que decidió lanzar uno de sus potentes rayos contra estos seres humanos para dividirlos y debilitarlos así.

Ciertamente, no es fácil de asimilar nuestra condición en esta época que vivimos. Actualmente nos encontramos, por la televisión y el resto de los medios de comunicación, sumergidos en un ideario de mentes cuadriculadas en torno a la cuestión de género: ¿Cómo ha de ser una mujer o un hombre en el ámbito físico, psíquico o emocional? Desde muy chicos o chicas se nos configura la mente. Estos patrones no siempre fueron así, más bien son producto de una sociedad ignorante, que pierde su sentido al prescindir de su propia historia y de la propia esencia y conducta de los seres humanos. Atacar a lo distinto es arrastras al ostracismo a la propia naturaleza humana. No debe permitirse que la transexualidad sea una realidad invisible a los ojos de la sociedad.

Nosotros y nosotras no hemos elegido ser transexuales masculinas o femeninos o de otro género aún no estereotipado; solamente queremos ser y existir, cualquiera que sea la referencia cruzada entre nuestro cuerpo y nuestra identidad, sin que por ello lleve a nadie al escándalo. Esa ignorancia que antes cité quizás la debiera de unir a la indiferencia de aquel a quien no le afecta más que sus problemas, que no mira más allá de su ombligo. La falta de empatía, sensibilidad y corazón es el verdadero hándicap de nuestra era: “Como no es mi problema me es más cómodo posicionarme, cual marioneta sin criterio, del lado del estereotipo ignorante en vez de intentar cambiar mis patrones mentales. Dichos patrones son herencia familiar y debo guardarlos como reliquias y no pienso salir de ahí pues a mí me valen.”

No se sabe el daño que se puede hacer de una manera tan gratuita con esas miradas, insultos o frases despectivas de aquel que encaja en una sociedad “perfecta” y “heterocentrista” donde, desde siempre, se ha dictado cómo comportarse, qué pensar, cómo vestir… Todo ello ha de reportar felicidad (efímera, claro) ya que no se tiene que sacar el “yo” pero esto, a la larga, crea insatisfacción. El patriarcado arcaico nos envilece y nos convierte en borregos que reprimen sus sentimientos. Mucha gente se sorprendería si dejara fluir libremente la manera de sentir. Pero, a pesar de intuir que esa libertad les haría más felices, la frenan. Nosotros deseamos ser felices y no queremos renunciar a ella. No estamos dispuestas a renunciar a la felicidad por intentar encajar la pieza en el puzle equivocado de la sociedad.

Pero nosotros y nosotras no podemos obligar a nadie. Está dentro de cada persona el querer ver la realidad o vivir en su burbuja de ignorancia.

Helena Blas Martínez