Durante la Edad Media, al igual que la zona de Barriomar, el solar de San Pio X se constituyó como lugar de
pequeños y aislados asentamientos huertanos, hasta el extremo que no fue
hasta el siglo XVIII, con la consolidación del camino a Cartagena por
orden de Carlos III, cuando el tráfico de mercancías y la necesidad de
almacenaje de las mismas empezó a promover la creación de almacenes de
abastos. Y fue ya en el siglo XX con la mecanización de los transportes
cuando el lugar de San Pio X fue viendo consolidar un modesto polígono
industrial y zona de residencia.
San
Pío X es uno de esos barrios que acusan cierta desidia por parte de la
Administración Local. Un ejemplo de dejadez es la proliferación de
solares llenos de escombros, maleza y basura. El vocal de IU-Verdes en
la citada Junta, John David Babyack, ha recordado que su organización ya
alertó de esta situación y pidió la limpieza de los solares en varios
plenos de la Junta Municipal, incluida una moción que fue rechazada por
el PP. Babyack ha advertido de que estos solares incumplen las
ordenanzas de Limpieza Viaria y Edificación, y dan «una imagen de
abandono y suciedad» que ha sido denunciada por los vecinos, ante lo que
la Junta «hace caso omiso». En concreto, hay dos solares cuyas vallas
están rotas y en el suelo y dentro se acumula basura, mientras que otro,
cercano a las vías del tren, está cubierto de matorral y la maleza
invade ya la acera.
El
paseante que atraviesa sus calles, se encuentra a su paso con bloques
de viviendas de protección social, todas las torres iguales, con sus
reconocibles toldos verdes y sus balcones con las cuerdas de tender la
ropa. Se capta una sensación de uniformidad, cierta apatía y resignación
asociadas a un usuario perteneciente a un estracto social con bajos
ingresos, que vive el día a día sin grandes expectativas. La vida
comunitaria gira en torno al Centro Municipal, gestionado por el Excmo.
Ayuntamiento de Murcia, que oferta una serie de cursos y actividades de
ocio, sede de la Junta Vecinal, además de ser un lugar de encuentro para
las personas de la tercera edad. Llama la atención que, entre la oferta de dicho centro, no se cubra una necesidad básica hoy en día: el asesoramiento y orientación para el empleo.
Suele
suceder que, como reacción a los tiempos que corren, la propia comunidad
busque alternativas a la inercia y desmoralización que ha calado en los
hogares del barrio: la descreencia en las instituciones, en el sistema
de partidos políticos, la corrupción, corruptelas y demás juegos de
poder de unos pocos, la falta de expectativas laborales y la
insolidaridad generalizada. El panorama no puede ser más desolador. Sin
embargo, comienza proliferar una fórmula que nació en el seno de los
movimientos sociales, como el 15M, y consiste en la autogestión de centros sociales o
culturales, cafeterías que ofertan una alternativa cultural que no
tiene cabida en los circuitos tradicionales y que son un punto de
encuentro de jóvenes noveles, que de otra manera no sería posible
acceder al gran público. Utopías adaptadas a la realidad de estos
tiempos tan difíciles. Un ejemplo es el centro social autogestionado
(CSA) "La higuera", ubicado en el camino de la Fuensanta, nº 159. Se
trata de una nave industrial restaurada por un grupo de emprendedores, con
una organización asamblearia y que se gestiona con fondos propios. Nació
con el espíritu de servir al barrio y abierto a todo el mundo, donde
realizar actividades de todo tipo. A diferencia del centro social "La fábrica de hielo",
originaria del movimiento "okupa", "La higuera" cuenta con un acuerdo
entre los gestores del centro y el propietario de la nave, mediante el
cual se procederá al pago de un alquiler mensual.
La
reacción del vecindario ante la presencia de nuevos inquilinos en la
nave es de relativa desconfianza. Muchos vecinos de los alrededores de
las Casas de RENFE todavía recuerdan a los anteriores ocupantes, un
grupo perteneciente a la Iglesia Evangélica de Pentecostés Luz de Dios.
El conflicto se inició por el exceso de ruido procedente de las
ceremonias que llevaban a cabo el grupo evangelista. Música a través de
altavoces, órganos, tambores ... «es un problema que padecemos desde
hace unos cinco años los más de cien vecinos que tenemos nuestras casas
cerca de esa nave y es que hay noches en las que el ruido lo soportamos
hasta las tres o las cuatro de la madrugada», asegura Patrocinio García,
presidente de la comunidad de vecinos de las Casas de la RENFE, al
diario La Opinión de Murcia.
Los comienzos de "La higuera",
como centro social autogestionado, se enfrenta a muchos desafíos, pero
el mayor de todos se centra en la integración con el vecindario y la
habilidad de sus gestores para reconocer las auténticas necesidades de
sus habitantes. La cuestión no está tanto en ofrecer actividades de todo
tipo, sino en generar un proyecto social que cale en el
imaginario emocional de los vecinos, más allá de la utopía sobre el
papel, la pancarta y proclamas repetitivas como mantras. Ganarse la confianza de todos los habitantes de San Pío
X es crucial. Un primer paso sería dar formato a iniciativas sociales y populares que resuelvan los problemas reales
de cada vecino. Al menos, se espera, sino
soluciones mágicas, sí actuaciones que alivien el duro día a día de las
personas más desfavorecidas por diversas causas. Llegar allí donde la
Administración Local no llega. Fórmulas como el "banco del tiempo", la asistencia a mayores, clases de apoyo a jóvenes escolarizados, la lucha contra la analfabetización, grupos organizados de desempleados para el autoempleo, la educación en valores ciudadanos como remedio contra la xenofobia y la integración del flujo de inmigración, etc., podría engrosar la lista de acciones beneficionas que conllevaría la instauración de ese sentimiento de pertenencia a una comunidad, donde todos ayudan a todos, y nadie es más que nadie; al fin y al cabo, crear una pequeña Arcadia a escala real: la vuelta a la esencia de esa humanidad en estos tiempos tan deshumanizados.