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martes, 12 de marzo de 2013

EL COMBATE ENTRE LA VERDAD Y LA HIPOCRESIA (IIª Parte)

CAPITULO IIIº (IIª Parte)

EL COMBATE DEL ULISES, MURCIANO CONTRA EL CÍCLOPE VALCARCEL, EL HIPOCRITA

3. ACCIÓN

La inolvidable Odisea, de la que fue protagonista el arrojado Esteban, se inicia a las 13:00 horas del citado viernes, día 8 del presente mes, tras la clausura del acto institucional pro europeísta, instante, en que nos congregamos frente a uno de los portones del Palacio de San Esteban, el que da entrada al salón de actos, cuatro serenos guerreros. Nuestro Ulises murciano y tres hartonautas, curtidos en mil y un combate en el marco de la guerra que la sociedad civil organizada y los movimientos sociales le han declarado a un régimen pseudodemocrático y opresor.

Cita con LA HISTORIA, que principiamos en el momento, en el que acudimos convocados por la misión de aguardar la salida de la gruta rupestre y palatina del virrey autonómico, el nefasto y tiránico coloso Valcárcel, el europeizador de la murcianía, levantado a base de puro artificio, cuya estatura moral y altura mental son de cartón-piedra, y que acompañado por su ciclópeo séquito de gigantes y cabezudos asistió al magno evento seudoprogresista.

Títeres de confección y manipulación merkeliana, entre los que brilló con oscuridad propia la participación del Secretario de Estado para la Unión Europea, del Delegado del Gobierno y de algunos miembros del ejecutivo regional. Personalidades peperas, o lo que es lo mismo, peperidades asistentes a la sesión continua de aburridas conferencias mitineras monográficas. Ritual programado para invocar la protección de una Europa, que raptada, cegada y ensordecida por los mercados, no ve ni oye los lamentos de sus martirizados hijos. Ciudadanos víctimas de la persecución del capitalismo salvaje y despiadado.

Continuando con el relato de nuestra épica hazaña debo proseguir por la hora punta, en que nos hallábamos haciendo guardia, esperando ansiosos al borde de un ataque de ansiedad, la triunfal salida de la cueva de los ladrones, a los que debíamos dar captura. Refugio de delincuentes políticos, camuflada de sede gubernamental, en la que se reúnen y confabulan semanalmente para robar el presente y futuro regional, Alí BaBá y su desorganizada pandilla de bandoleros. Equipo ejecutivo reducido de trece a ocho con respecto a la banda, que saqueó la anterior legislatura, con el objetivo, de que en la presente oleada de atracos, ley en mano, puedan efectuar un reparto más lucrativo por consejero, cada vez que atracan al indefenso contribuyente.

Malhechores de cuello y guante blanco, investidos de politólogos por una Facultad imaginaria que se distinguen por su hueca oratoria, su discurso demagógico y por el trato despótico hacia el ciudadano, y que sobresalieron por la encendida y vehemente acogida que su cobarde escapada despertó en el impetuoso e inflamado ánimo de los cuatro avezados y atrevidos cazadores de alimañas, 

Presas, trajeadas de político y caracterizadas por su sonrisa de hiena sarcástica, perseguidas y acorraladas por medio de un sistema de cacería no violenta absolutamente legal. Técnica de recordatorio oral reforzada con camisetas, carteles y pegatinas, particularmente recomendada por los especialistas para políticos, que padecen amnesia selectiva posterior al proceso electoral. Se trata también de un sano ejercicio de libertad de expresión y concentración, que se realiza en espacios abiertos y a cara descubierta. Deporte de alto riesgo, para quien lo practica, que fomenta las relaciones humanas entre clases sociales distantes. Supongo que a estas alturas ya habréis adivinado, que me estoy refiriendo a la estrategia de presión reivindicativa, importada de Argentina y conocida, dentro de la cinegética política, como escrache y cuya finalidad es exterminar al capitalismo salvaje y depredador y también a los instigadores, cómplices y encubridores, que les proporcionan amparo político, judicial o legal.

Cobertura policial contra la indignación ciudadana, en el caso que nos ocupa, compuesta por diez efectivos, entre agentes a pie y motorizados, de la que gozaron, en la concentración matinal las asustadas y acongojadas presas políticas, entre las que descubrimos al Consejero de la Presidencia y al Delegado de gobierno dándose a la fuga apresurados, al verse perseguidos por cuatro sujetos. Usuarios de la administración pública, afectados por la incompetencia, negligencia y el despilfarro de unos irresponsables profesionales de la política, “¡GOBIERNO!” al que, los perjudicados por su pésima gestión, exigen: la “¡DIMISIÓN POR CORRUPTO Y POR LADRÓN!”.

Componentes de un comando de asalto de élite, que llevábamos como exclusiva coraza nuestras camisetas de protesta y como únicas medallas que acrediten nuestra bravura en el combate del activismo, las pegatinas con los lemas, que manifiestan nuestra causa social y como únicos galones los logotipos, que identifican el colectivo o organización, al que pertenecemos o apoyamos. Pacífica marcha militar, en la que solamente portamos como peligroso y agresivo armamento un megáfono y una cámara de fotos. Equipamiento bélico, complementado con un escudo protector modelo pancartero, que esgrimía el lema de la causa defendida: “¡NO AL AVE SIN SOTERRAMIENTO!”.

Pero sin lugar a dudas nuestro instrumento ofensivo más poderoso y letal, capaz de mantener alejado a la maquinaria represiva y enemiga del régimen, paralizada por el mortal miedo, resultó ser el escrache verbal murciano, probado en fase experimental y en voz alta por cuatro militantes del activismo social. Partidarios del pacifismo, que ejerciendo de científicos, comprobaron el efecto del combate urbano, no violento, como arma química activadora en primera instancia del pánico, que mata el valor a escuchar y aceptar La Verdad y La Opinión pública, que no se puede silenciar, amenazándola o manipular comprándola.

Y en segunda instancia, el equipo de beligerantes investigadores, confirmó el poder del sincero clamor callejero, gritando la realidad, como provocador de la más vehemente, iracunda y coactiva agresividad contra ese valiente y atronador sonido, que retumba en el desolador horizonte autonómico. Desierto de ilusión, en el que la prosperidad es un espejismo cada día más inalcanzable. Motivo, por el que el lamento murciano, aunque lo expresé una sola boca, aglutina y habla por todo del progresismo regional.

Sensaciones ambas experimentadas por el atemorizado Cíclope Valcárcel, cuyo titánico temor a ser descubierto es mayor que el tamaño de su imperdonable y monstruosa inmoralidad. Acobardado personaje que durante hora y media permaneció oculto en el interior de las galerías palatinas de San Esteban, huyendo asustado de puerta en puerta, buscando una salida emergencia, en la que no fuera acorralado por cuatro astutos zorros murcianos, que pudieran hacerle sentir como una gallina asaltada y desplumada.

Finalmente el inconsciente, amedrentado y acongojado Paquidermo presidencial sufre una profunda, maquiavélica y reptiliana metamorfosis y, convertido en Anaconda Gigante se deslizó torpemente por el portón lateral, flanqueado por dos mamuts bestiales y policiales, que en heráldica posición custodian la portada abierta frente a la Iglesia de San Miguel. Viperina estrategia, que concluye introduciéndose y enroscándose, con la intención de pasar desapercibido en un Audi A-8. 

Troncomóvil chupóptero, debilidad de los altos cargos autonómicos, valorado en 3oo.ooo euros, cuyo mantenimiento cuesta a las familias murcianas 1.720 euros anuales en el punto más álgido de una estafa financiera, que dejo a lo largo del 2012 a 630.000 hogares españoles en la más absoluta y anémica indigencia, o sea, sin fluido vital económico y elevó la tasa de precariedad en nuestra región hasta un 48%.

Nido, de peligrosas y suspicaces víboras sobre ruedas, que se dirige hacia la estrecha calle colindante, que se abre frente a la Iglesia de San Esteban. Escurridiza e inútil maniobra de escape, descubierta por el Ulises Murciano, quien desde su puesto de vigía, observaba con su agudo Ojo de Halcón atentamente la muralla institucional, más concretamente la abertura arqueada por donde su astucia de lince adivinó, que el Tuerto Ciclope intentaría darse a la fuga.

Vampiro monóculo con la misma visión de futuro, que un murciélago, que ideo una estratagema de cobarde rendición y miedosa deserción en plena campaña de asedio, descubierta por el óculo veloz del Odiseo murciano. Guerrero de vocación y apellido, que corrió raudo tras él, presto a darle alcance, tras avisar al resto de la temible y valerosa tripulación de hartonautas, formada por cuatro pacíficos activistas, que le acompañan en la cacería política.

En el transcurso de la carrera persecutoria se produce el momento estelar, que hará rutilar con luz propia a nuestro héroe murciano dentro del firmamento del activismo, o lo que es mismo, el instante, en que pronunciara las resonantes, mediáticas y veraces palabras: "CORRUPTO" por triplicado y "VALCARCEL DE MIERDA".

Expresiones, que principian con letras capitales un nuevo capítulo en la historia murciana por lograr la plena Justicia Social y cuya onda expansiva traspasó los ciclópeos y obstruidos tímpanos, por la ambición desproporcionada, sordos hasta ese momento ante las respetuosas reclamaciones y las indignadas demandas de la ciudadanía, pisoteada por sus gigantescos y enlodados pies.

Por primera vez la voz procedente del pueblo llano y franco taladró su presunto equilibrio mental, resquebrajando su pasiva actitud ante los problemas planteados por la calle. Pasotismo acobardado, que había mantenido hasta ese punto, retrocediendo ante el avance imparable de las fuerzas aliadas reivindicativas. Por este motivo, perturbado y pletórico de ciega y poderosa rabia, decide pasar al ataque, por lo que el Cíclope, capitán general de los serviles ejércitos regionales, propeperos, de la Ley, la Justicia y el Orden, manda a una pareja de incondicionales y leales mercenarios, chofer y escolta, lacayos bajo su autoritario yugo, que procedan a identificar al ofensivo sujeto.

Genuino Ulises murciano, de hercúlea audacia, que envolviéndose en la auténtica capa de la prudencia, opta por, habiendo cumplido su misión como mensajero de la Sagrada Verdad, retroceder volando, calzando las sandalias aladas prestadas por el divino Mercurio, para evitar tener que entablar de nuevo el secular combate ente la Potencia de la Inteligencia y la Fuerza Bruta de la Sinrazón.

De regreso al refugio seguro, Ítaca que ofrece generosa y desinteresadamente el fiel y fraternal compañerismo, el Odiseo murciano se tropieza con que el espacio público, de donde partió la nave oficial valcarceliana ha sido invadido por un diminuto ejército policial, que haciendo gala de una postura amenazante y prepotente, interceptan al intrépido y fatigado navegante.

El resto de hartonautas, que asisten impotentes e incrédulos a tan vergonzoso espectáculo, apoyan y respaldan al capitán Ulises en el amargo trance, en que su libertad ambulatoria está siendo violada por las Fuerzas del Orden. Soldadesca soberbia y vengativa, embriagada de victoriosa prepotencia, al que posteriormente se unió un salvaje macho cabrío, de oficio conductor, escapado del rebaño sumiso al Ciclope Valcárcel, que mientras proceden a la comprobación de la identidad y de la ausencia de antecedentes, embistió torera y oralmente al indefenso y preocupado Odiseo. Actitud provocativa, mezquina y delictiva, que obligó a intervenir a la tropa policial para echar el lazo y atar corto a un matón a sueldo. Un vil sicario, que evidenció su intención, incitado por su celo protector hacia el Maquiavelo murciano, Valcárcel, traicionado por su chulería barriobajera, cuando escupió: “¡SI TE HUBIERA PILLADO ALLÍ…TE HUBIERA HINCHADO A OSTIAS!”.


4. LA FALSA DENUNCIA

Pero como las desventuras nunca vienen solas, sino que el caprichoso y malintencionado azar nos las brinda en ristra, al igual que los chorizos, al día siguiente a nuestro épico protagonista, le sobresaltó la noticia, que llegó hasta sus atónitos oídos, de que había sido denunciado por haber insultado al virrey murciano. Sin la menor sombra de duda, el gobernante autonómico, más digno de ser arrojado al desagüe de la historia de la pseudodemocracia regional y corromperse, más si cabe, arrastrado, por las pútridas aguas fecales a través del alcantarilladlo, que conduce al invisibilizante olvido.

Para acabar sólo me resta decir, que la nueva fase de la campaña de acoso y derribo, en esta ocasión en forma de acusación falsa, de la figura del que promete convertirse en un auténtico mito de la lucha por conseguir una verdadera libertad de expresión en nuestra región, pertenece a otro episodio de la Odisea de nuestro singular Ulises murciano.


CONTINUARÁ……………………………………………....................................................................

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