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martes, 25 de diciembre de 2012

LA REVOLUCIÓN DEL "SOL INVICTUS"

INTRODUCCION

El pretérito 23 de diciembre de un año, que pasará a la historia de la meteorología como uno de los más cálidos que se recuerdan desde la segunda mitad de siglo XIX, celebramos la segunda edición consecutiva anual del Sol Invictus. Estrella, que no quiso perderse, tampoco en esta ocasión, esta última conmemoración en su honor y que nos acompaño durante todo el día brillando con el esplendor, que le correspondía como protagonista de la jornada. Astro Rey, magnánimo y benevolente que, como manifestación de su desinteresada generosidad, concedió a todos sus súbditos, dependientes de su calor vital para subsistir, una renacida primavera. Hija caprichosa, que abandonando su estado de hibernación, no quiso perderse la festividad consagrada al monarca paternal y celestial. Rey Sol, que goza de la potestad divina de resucitarla cíclica o ocasionalmente respondiendo, en este último caso, a los inconstantes y cambiantes anhelos de una hija natural. Criatura de carácter voluble y apasionado, cuyos deseos brotan y cuajan visceralmente, vivificando y acelerando la pulsión vital latente en todo lo creado, fruto de la omnipotente bondad, generadora de todo soplo de ardiente vitalidad, procedente del Dios Sol. 

Bajo este beneficioso abrazo de suaves y acariciadores rayos solares, cargados de esperanzado optimismo, iniciamos ilusionados una prometedora jornada de un domingo memorable. Día de la semana, que dedicamos completamente, a quien corresponde según la etimología del nombre, o sea, al “Dominus” o lo que es lo mismo traducido del latín al castellano al “Señor” y no existe ningún otro, con luz propia, que resplandezca con mayor fulgor, que el Señor de Señores, es decir el “Dominus” conocido también como “Sol Invictus”. 

Divino Padre, destinado desde su concepción a desposar a la deificada Tierra. Maternal figura, cuya misión gustosa y voluntariamente aceptada es ser preñada periódicamente por la semilla del hombre, depositada y nutrida en su seno con su honesto, continuado y agotador esfuerzo. Y regada con su abundante sudor y sus profusas lágrimas de dicha o pesar y en algunos costosos trances incluso con el vigor de su sangre. 

De este modo, el hombre y la mujer se convierten en colaboradores indispensables para que la fértil Madre Tierra pueda ser fecundada con éxito en los campos de labranza por el Padre Sol. Dadivosa e inmortal deidad, fuente de toda vida, que devuelve a sus hijos humanos el ciento por uno de cuanto es entregado en labor, amor y respeto a su amada consorte. Dama repleta de gracia, nobleza y lealtad, que se desborda regularmente en esplendidas cosechas, desprendiéndose con pródiga liberalidad de sus abundantes, variados y exquisitos productos. Dones, que se exhiben en la feria del “Sol Invictus” con el propósito de rendir homenaje y como muestra de reconocimiento y agradecimiento a la Sagrada Familia formada por el Padre Sol y la Madre Tierra. Divino matrimonio, de cuya sacra unión nacen infinidad de hijos naturales, frutos, que se exponen orgullosos de la mano de justos y fieles comerciantes en un mercado común equitativo, en el que dos tipos de espíritus malignos, los intermediarios y los especuladores han sido declarados proscritos. 

Encarnaciones de un mal, el beneficio económico en sí mismo, también llamado capital, lucro o avaricia, que son algunos de los diferentes nombres acumulativos, con los que se ha venido mencionando, retrocediendo desde la actualidad hasta tiempos ancestrales, a un demonio, que tiene infinitas caras según época, lugar y cultura, y que fue identificado y bautizado por la mitología judeocristiana como “Mammón”. 

Maligna y maquiavélica criatura, poseedora de dos esenciales representaciones carnales; una, la manifestación más visible, en la que sus diabólicos rasgos de usurero estafador, aparecen camuflados de tentador y atrayente ángel financiero de la guarda, de deslumbrante atuendo, que se nos presenta como seductor custodio de nuestro bienestar material. 

La otra ostentación de su poder de transformación es de consistencia más etérea, carente de rostro, y por tanto mucho más dañina que la peste, una de las plagas secularmente más infecciosas y perjudiciales. Se trata de una presencia espectral, conocida como el salvaje capitalismo competitivo y especulativo, que a lo largo de la historia se ha ido reproduciendo adquiriendo múltiples formas, hasta el extremo de que en el presente son tan numerosas, que se podría afirmar sin temor a errar que “son legión”, por lo que se les llama “los mercados”. Entes de carácter vírico, que de forma insidiosa y silenciosa penetran hasta la última célula del tejido social, y una vez allí enraízan en su interior, alimentándose de sus fluidos vitales e intoxicando a cambio su contenido genético, provocando de este modo una alteración de su naturaleza y generando su corrupción. 

Realidad cotidiana, que se acentúa y agrava con la convivencia diaria y deshumanizadora con el tronco del Mal, bajo sus dos bifurcaciones capitales: una ramificación abastece y sustenta la obligatoria y contagiosa coexistencia con la Maldad, o lo que es lo mismo, con la más completa ausencia de principios sociales y valores humanos tendentes a lograr el bien común, nombrada desde antaño por los estudiosos de la conducta humana como Amoralidad, conocida tradicionalmente y famosa en la actualidad como Corrupción. Nombre con el que se ha bautizado, merecidamente y en su honor, a una Señora de doble semblante: Ramera de baja y rastrera cama para los que la persiguen, considerándola abominable y despreciable; y Dama de alta y noble cuna para aquellos, que desean y añoran cortejarla y conquistarla. 

La otra desviación atiborra y sostiene la voluntaria e infame cohabitación con la perversa e insaciable Iniquidad, también denominada desde la más remota antigüedad, Inmoralidad, que encumbra a la más elevada categoría de dogmas universales o absolutos a un compendio de contravalores o perniciosos vicios contrarios al hombre y devastadores de la condición humana. 

Árbol, cuyos frutos han sido los más codiciados e inconfundibles a lo largo de la historia. Que no son otros, que los malditos y celebres vástagos frutales, que crecen y se multiplican regados por la persuasiva y corrosiva lluvia ácida, emanada de los cúmulos de la desmedida y destructiva ambición del hombre. Negros y densos nubarrones constituidos por la democrática evaporación de la fluida soberanía popular, que desaparece, tras sufrir una profunda metamorfosis, convertida de régimen democrático en sólido y opresor estado autoritario, que toma forma de omnipresentes, amenazantes y cómplices nebulosas. Materia prima cosmopolítica, que según su composición adquiere tres tipos diferentes de naturaleza, policial, legal y judicial, que aúnan sus represores empeños para perseguir, aterrizando desde las alturas, con actitud omnipotente, a todos aquellos, que considera sus vasallos. Fenómeno meteoropolítico que se produce por la concentración del fluctuante poder económico y político, que emanando del pueblo, acaba siendo condensado y acaparado por unas pocas, oligárquicas y despóticas manos de guante y puño blanco de oscuras, evidentes y avaras pretensiones. 

Personajes abyectos y ocultistas, siniestros nigromantes de las finanzas, que proyectan con la intención de esconder su verdadera esencia de sanguijuela chupóptera y sus auténticos objetivos económicos, desangrar hasta la extinción a la clase media, una atmósfera brumosa, asfixiante y oscura, que cubre nuestro dudoso, movedizo y frágil presente y que se cierne sobre nuestro inestable e indeciso futuro. Campo sembrado de precarias e ilusorias vicisitudes y a merced de las plagas de los voraces e implacables, pero sobornables obstáculos. 

Preocupante tesitura a la que, los positivos y optimistas amigos de la misma, justifican nombrándola como recesión o desaceleración económica y apellidan como cíclica, coyuntural y globalizada, y a la que en el otro extremo, sus negativos y pesimistas enemigos, declaran culpable y condenan marcándola al rojo vivo, como la más trágica, nefasta y mortal depresión o catástrofe económica de la historia de la adulta y a la vez inmadura democracia española. Pero a la que sin embargo los más realistas y objetivos analistas, reconocidos como imparciales doctores, especializados en medicina financiera, diagnostican como la primera crisis económica de alcance mundial provocada, en los países desarrollados o del primer mundo con un estatus de vida privilegiado hasta ese momento, por los gestores del sistema neoliberal y capitalista para satisfacer sus intereses especulativos y crematísticos, y de graves consecuencias sociopolíticas para el resto de la ciudadanía. 

Dramática y alarmante situación económica, cuyas causas son endémicas y estructurales, características de un sistema político enfermo, el neoliberalismo que trata de sanarse a sí mismo homeopáticamente, es decir con las mismas recetas envenenadas, que han ocasionado la crónica e irreversible patología, que padece: La gangrena más terrible y putrefacta del tejido social, que conforman los organismos productores y consumidores, condenados a la extinción por falta de riego financiero, por culpa de entidades y corporaciones públicas y privadas, regidas por sanguijuelas megalómanas, adictas a todos los favores y prebendas, que principian con dicho prefijo tales como megasueldos, megacomisiones, megarrentas, megapensiones, megaemolumentos, megatrajes. Y así podría continuar hasta completar una lista kilométrica de graciosas prerrogativas además de generosas y copiosas concesiones disfrutadas en el desempeño provisional o permanente de un cargo o función política, orgánica o institucional. 

Gusanos vampíricos carentes de escrúpulos y de ética, que impiden, con su avariciosa y legal absorción, que el flujo del líquido capital llegué, canalizado a través de las arterias de la inversión pública y privada, hasta el tejido social. Corrupta gestión de los recursos financieros que, provocando la ausencia de circulación del fluido vital, originan una perniciosa anemia, que deriva en el posterior exterminio, por necrótica descomposición, del tejido social. 

Nauseabunda, asfixiante e insoportable podredumbre institucionalizada altamente contagiosa, a la que tenemos que enfrentarnos rutinariamente desamparados legalmente y que por unas horas condenamos al destierro en cumplimiento de una ley natural no escrita ni aprobada por ningún poder legislativo en vigor, pero si innata, basada en el instinto de conservación del ser humano y del entorno vital indispensable para poder garantizar su supervivencia en condiciones óptimas. 

Iniciativa, que periódicamente empuja, a un grupo de ciudadanos, que se declaran en rebeldía contra el sistema dictatorial impuesto por el poder político y económico ultraconservador dominante, a ser protagonistas al aire libre durante un breve espacio de tiempo de un descubrimiento o experimento sociopolítico novedoso, consistente en el desarrollo en un territorio mínimo del ensayo de un proyecto máximo: la creación y puesta en marcha de un micro estado. Estructura social, fundamentada en la autogestión y la autorregulación, paralela e interior al macro estado oficial, cuyo aparato no se plantea renovar, sino que el planteamiento es generar una alternativa viable radical o absolutamente opuesta al régimen pseudodemocrático fundamentado no en la soberanía popular sino en la autoridad suprema del poder económico por encima de la tres ficticias y convencionales potestades, que hipotéticamente ostentan la autoridad en un sistema democrático.

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