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lunes, 24 de diciembre de 2012

LA POLICIA NACIONAL ES ATACADA: ¿SE DECLARA LA GUERRA…?

UN DRAMA ABSURDO: Presentación


El pasado lunes, día 17 del corriente, a las 04:00 de la madrugada, amparados por la negra capa de la oscuridad de la noche, que les envolvía, cinco desconocidos, ocultando su identidad bajo la capucha de la nocturnidad, vestidos con la sudadera de la premeditación y cubierto el rostro con el embozo de la alevosía, perpetraron en Murcia un acto de lucha callejera de baja intensidad. Agresión cuya motivación reivindicativa, de haberla, la ignoramos, debido a que hasta la fecha la policía no ha efectuado ninguna detención, ni existe sospechoso identificable alguno, al que quepa la posibilidad de adjudicar la realización del hecho, ni tampoco organización política o sindical, a la que se pueda imputar la autoría del atentado. 

Por esta razón y presumiendo la ausencia de una organización de carácter clandestino y violento, operativa en nuestra región, con la estructura imprescindible y la intención de efectuar este tipo de acción de forma continuada, resulta fácilmente deducible, que se trata de un acto hasta el momento puntual de vandalismo social. Actuación que podría entenderse, por tanto, como una lógica y eventual manifestación de rebelde oposición y rabiosa indignación ante la estrategia represiva desplegada por la Policía Nacional en los últimos meses, en la vía pública de la capital murciana, contra pacíficos ciudadanos, que ejercían su derecho de reunión y de libertad de expresión. 

Reacción comprensible, que no justificable, provocada por la impotencia, que genera la situación de desprotección policial, legal y judicial a la que rutinariamente deben enfrentarse a diario las personas, que siendo sujeto de derechos civiles y políticos y residiendo en un Estado supuestamente democrático como el Español, ven sistemáticamente violada su integridad física, psicológica y moral por la actitud prepotente e ilegal del Cuerpo Nacional de Policía 

Instituto armado, que se vio sorprendido y asaltado por cinco individuos camuflados con la indumentaria identificada como típica de los activistas extremistas, que practican el radicalismo subversivo e incendiario con la pretensión de explosionar, haciendo saltar por los aires, los pilares sobre los que se asienta el actual régimen político neoliberal supeditado al poder económico capitalista y explotador. 

Peligrosos agitadores sectarios que, perteneciendo a los movimientos sociales más revolucionarios, los conducen hábilmente, desde su origen y naturaleza pacifica, al enfrentamiento físico directo contra las fuerzas oficiales opresoras mediante el empleo de técnicas de combate callejero propias de las guerrillas urbanas. 

Fanáticos esclavos de la violencia, expertos en canalizar, a través de sus tácticas incitadoras a la confrontación, la predisposición innata a la agresividad humana, componente sustancial del instinto primario de conservación, que se acentúa y alcanza niveles difícilmente controlables cuando aflora en el curso de la lucha por la supervivencia frente a la violencia de un sistema, que ha institucionalizado el terrorismo de estado como el modo teóricamente más efectivo de aplastar el descontento social. 

Viriatos callejeros y pendencieros, aficionados a la camorra urbana, que se marcaron el reto de desafiar a los agentes del CNP, pasmados profesionales de la seguridad, a los que consiguieron pillar desprevenidos y atacar con cinco bombas mólotov de fabricación casera, que no chapucera, mientras permanecían de guardia en la comisaria sita en el barrio murciano de San Andrés. 

Descuidado, negligente y sospechoso comportamiento de los Cuerpos de Seguridad del Estado, que en horas bajas de vigilancia y credibilidad policial, permitió, que uno de los órganos del sistema, que disfruta del derecho a monopolizar el uso de la fuerza, fuera víctima de un asedio de un temerario grupo de audaces descendientes de los celtíberos. Presentes reencarnaciones de dos galos cuya fama inmortal ha traspasado fronteras, Astérix y Obélix, que fueron capaces de poner en jaque a unos disciplinados legionarios, que como sus antepasados romanos practican con diligencia el arte bélico defensivo de acampar tranquilamente. Desidiosos y relajados maderos, a la hora de proteger los intereses bienes e integridad de la ciudadanía, que parapetan un régimen, que ostenta el poder otorgado democráticamente de forma dictatorial y que corresponde amparando política, legal y judicialmente a los que lo salvaguardan con leal e incuestionable servidumbre. 

Infeliz y calamitoso séptimo de caballería, compuesto por una soldadesca desprevenida y despreocupada, que monta sobre caballos de vapor, que tienen la obligación de proteger detrás del cercado, que rodea el aparcamiento externo del cuartelillo. Garaje, donde dos vehículos policiales, un Citroën Picasso y un Fiat Stilo, estacionados en su interior, sufrieron elevados daños materiales tras recibir el impacto de varios artefactos incendiarios arrojados por una partida de intrépidos guerreros indios, procedente de una tribu urbana oculta tras el anonimato. 

Coches de uso y responsabilidad estrictamente policial, que deben estar fuertemente custodiados por tratarse de bienes de titularidad pública administrados por las Fuerzas de Seguridad de Estado y que fueron increíble y sospechosamente atacados, resultando uno de los dos automóviles afectados el “Z”, “completamente calcinado e inservible”.


UN DRAMA ABSURDO: Nudo 

Acción ofensiva, que se ha convertido en un campo sembrado de minas. Interrogantes cuyas respuestas pueden estallar en cualquier instante o permanecer ocultas en un terreno llamado secreto, sepultadas bajo el silencio institucional y sobre las que pesa una influyente y encubridora losa llamada sumario. 


Una de esas controvertidas cuestiones, entre otras muchas, cuya resolución nos plantea un dilema es desentrañar si tal hazaña fue cometida aprovechando un momento idóneo de ocasional e imprevisible fragilidad del método de seguridad o la acostumbrada existencia de puntos flojos en el sistema de vigilancia, que debe proteger la oficina pública y estable de la policía, que se encuentra en el barrio de San Andrés. Circunstancia coincidente además la noche de autos con la completa ausencia de presencia humana en la calle, Sierra de la Pila. Vía pública, en la que todos los indicios examinados en el transcurso de la investigación del suceso iniciada, tras el incidente, por agentes del TEDAX, Policía Científica y Brigada de Información, apuntan que fue el supuesto lugar elegido, frente al aparcamiento, para planificar el inesperado ataque aéreo, del que posteriormente sería objeto el cercado y descubierto espacio destinado al seguro y vigilado estacionamiento policial. 

Pesquisas policiales, encaminadas a la búsqueda de pruebas que delaten a potenciales culpables, llevadas a cabo afortunadamente con un derroche de medios, que me atrevería a calificar sin temor a equivocarme de despliegue con escasos precedentes en tierras murcianas. Alarde de costosos efectivos humanos y recursos tecnológicos de primerísima línea y alta definición por parte de los inspectores especializados y altamente cualificados del C.S.I Español, que harían rabiar de envidia a Mortadelo y Filemón, agentes modélicos y prototípicos de la T.I.A. y enmudecer estupefactos llenos de asombro y admiración a los detectives Smith, expertos criminalistas pertenecientes a los C.S.I norteamericanos, dotados de los medios resolutivos más avanzados y sofisticados. 

Continuando con el caso, que nos ocupa estamos denunciando una descarada ostentación y elevado despilfarro de recursos materiales, científicos y humanos, sufragado con la creciente, impopular y regresiva presión fiscal impuesta por la casta gobernante. Hachazos indiscriminados, que desangran la economía doméstica de la anémica clase media, pero que está completamente justificados si sirven para financiar una impagable labor de investigación policial conducente a, tras rastrear la zona, escudriñando hasta el último rincón, encontrar exclusivamente una única, pero definitiva y concluyente pista. 

Me estoy refiriendo a unas más que patentes y misteriosas marcas impresas en el pavimento, que demuestran la existencia de un provisional asentamiento humano en las horas previas al asedio vandálico. Restos, que constituyen para la Delegación del Gobierno un testimonio determinante e irrefutable; ya que según declaró el máximo responsable de la institución, Joaquín Bascuñana, en un comunicado tras difundirse la noticia del atentado: “No estamos hablando de ninguna gamberrada” sino “de violencia callejera contra las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Operación, prosiguió aseverando «premeditada y orquestada», ya que se han encontrado «señales de fuego» como consecuencia de haber preparado todo el sistema incendiario con antelación. 

Huellas, analizadas a través de un procedimiento infalible de procesamiento de muestras recogidas en el lugar de los hechos, cuya interpretación confirman para Bascuñana inequívocamente el carácter deliberado y calculado del atentado perpetrado por los asaltantes. 

Versión oficial, que si cerramos los ojos mientras la escuchamos nos conduce a idear un mundo imaginario o incluso verosímil, en el que habitan unos perversos y pirófilos alquimistas, que se congregan en torno a una hoguera, para fraguar sus maquiavélicos planes, fabricar sus diabólicos ingenios voladores e inflamables y aguardar la coyuntura más favorable para ejecutar su astuto y pérfido plan. 

Pero lo que claramente evidencia el Sr. Bascuñana con el contenido de este primer posicionamiento es que, siendo el profesional de la política, que ostenta el cargo, que supone la máxima representación de un órgano dependiente del Ministerio del Interior, posee una lógica carga de ignorancia respecto al tema o lo que es más grave una ausencia de asesoramiento técnico competente especializado en la materia. 

En este sentido resulta necesario reseñar que cualquier aspirante con un nivel ínfimo de conocimientos, que opta a ingresar en la Brigada de artificieros (TEDAX), sabe que ninguna fase del proceso de manufacturación de una bomba incendiaria de elaboración casera requiere la intervención de fuente térmica alguna. Todo lo contrario, en cualquier manual elemental consultado, en el que figuren las instrucciones de confección artesanal de artilugios incendiables, se alerta en mayúscula y con letras rojas sobre el peligro de inflamación al manipular el líquido combustible, ingrediente indispensable para su fabricación, en la cercanía de un foco de calor o ignición.


Articulo de:
L.M.ROMAN

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