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viernes, 2 de agosto de 2013

EL CÍRCULO DEL SILENCIO: UN GRITO ENSORDECEDOR QUE DESPIERTA CONSCIENCIAS II


II. VIERNES, 2 DE AGOSTO: 

AUSTRIA DEPORTA A LA MUERTE





INTRODUCCIÓN 


El pasado, día 2 de Agosto, primer viernes de mes, participe por segunda vez consecutiva, en la que espero se convierta en mi caso en una actividad reivindicativa, a la que ningún contratiempo me impida continuar asistiendo, el Círculo de Silencio. Cita mensual con un grupo de amigos y compañeros activistas, concienciados de la imperiosa obligación que la sociedad occidental tiene de dar una respuesta, cuanto antes, a una alarmante problemática, la inmigración ilegal. Flujos migratorios que no deberían dejar indiferente a nadie, ni a la ciudadanía en general, por sus dramáticas y preocupantes consecuencias, ni a las administraciones públicas, en particular, por su conversión, excluidos del acceso a los mismos derechos residenciales, laborales y sociales, de los que disfruta el resto de la ciudadanía para poder satisfacer sus necesidades básicas, en caldo de cultivo para la marginación.

La discriminación socioeconómica de la mujer y el hombre expatriado, especialmente de las personas que se hallan en situación irregular, les empuja a los más afortunados a ganarse la vida a través de la explotación, en régimen de esclavitud laboral, a los que los somete la economía sumergida y a los más desfavorecidos y desechados por el capitalismo a conseguir el sustento periódico por medio de la delincuencia, la mendicidad y la prostitución, o en el mejor de los casos de la dependencia del asistencialismo y la caridad practicados por algunas organizaciones sociales y la mayoría de las instituciones religiosas. Altruismo solidario, supuestamente desinteresado, e insuficiente que en la mayoría de los caso denigra más que ayuda, transformado en un remiendo provisional para evitar que el saco de la penuria familiar repleto de incontables y enormes agujeros acabe completamente rasgado e inservible para guardar la escasa y maltrecha economía de una clase media condenada a la desintegración.



REFLEXION: ¿LA CLASE MEDIA, CONDENADA A LA DESPARICION?


La discriminación socioeconómica de la mujer y el hombre expatriado, especialmente de las personas que se hallan en situación irregular, les empuja a los más afortunados a ganarse la vida a través de la explotación, en régimen de esclavitud laboral, a los que los somete la economía sumergida y a los más desfavorecidos y desechados por el capitalismo a conseguir el sustento periódico por medio de la delincuencia, la mendicidad y la prostitución, o en el mejor de los casos de la dependencia del asistencialismo y la caridad practicados por algunas organizaciones sociales y la mayoría de las instituciones religiosas. Altruismo solidario, supuestamente desinteresado, e insuficiente que en la mayoría de los caso denigra más que ayuda, transformado en un remiendo provisional para evitar que el saco de la penuria familiar repleto de incontables y enormes agujeros acabe completamente rasgado e inservible para guardar la escasa y maltrecha economía de una clase media condenada a la desintegración. 

Acelerada desaparición que se está produciendo diluida en otra situada justo debajo, por los economistas, por poseer un poder adquisitivo menor, al del la casta que ocupando el estrato intermedio en la pirámide social, la media, cumplía la misión de muro de separación y contención, destinado a conseguir que los inoportunos y atrevidos advenedizos procedentes del estrato social inferior se tuvieran que resignar soñando con alcanzar en un mañana no muy lejano un paraíso rebosante de esbeltos troncos de piel de ébano cargados de tentadoras, jugosas y doradas manzanas prohibidas.

Edén prácticamente inaccesible para los que son tachados de intrusos a no ser que paguen muy cara su osadía, renunciando, en la mayoría de las ocasiones, a su honestidad y compartiendo y dilapidando su recién obtenida fortuna. Caprichosa diosa de temperamento inestable que, en su encarnación terrenal se dedica a incrementar su patrimonio financiero y que cuando lo pierdes todo deja de sonreírte, te da la espalda y cuando te coge desprevenido te arroja desde la gloria de la prosperidad al abismo infernal de la miseria del que pretendías huir. 

Averno, en el que vagamos todos los ciudadanos que no pertenecemos a la élite política ni financiera y en el que pagamos todas nuestras cuentas pendientes con la justicia terrenal, al no gozar de inmunidad parlamentaria y al no disfrutar de la impunidad judicial que se compra con el dinero ganado sin esfuerzo a través de los delitos financieros y que es evadido a paraísos fiscales fuera de nuestras fronteras, donde se acumula en forma suculentas riquezas para unas pocas manos y amasa para el resto en suelo patrio el pan ázimo de la pobreza. 

Pozo sin fondo de la oscura y profunda desesperación, plagada de nebulosas incertidumbres sociales y laborales en el que la única luz cegadora que se filtra y brilla en su interior proviene de una esfera de poder político y económico idealizada que se percibe inmune a las privaciones materiales que el común de los mortales estamos condenados a padecer rutinariamente.

Escasez o falta de los recursos más elementales para poder vivir dignamente que nos empujan a expresar nuestra disconformidad con la asfixiante realidad que nos ha tocado soportar cotidianamente, en la que la falta de ilusiones en el presente y de perspectivas de futuro nos hace sentirnos presos de una claustrofobia existencial, de la que necesitamos escapar para poder mejorar las pésimas condiciones de nuestro entorno vital. Por esta causa empieza a forjarse un anhelo en nuestra inquieta mente en forma de potente interrogante: porqué yo no tengo derecho a disfrutar del mismo tipo de oportunidades que el resto de habitantes de mi país por haber nacido en una región, zona geográfica, una ciudad, un barrio o una familia económicamente deprimidos y excluidos de los planes de desarrollo locales, autonómicos o estatales por unos políticos hipócritas, que solo se acuerdan de los suburbios marginales para echarse la foto, ser portada en algún medio de comunicación o en campaña electoral para conseguir votos.

Cuarto Mundo, que se caracteriza por la concentración de bolsas endémicas de extrema pobreza y marginación, que constituyen un rasgo tradicionalmente característico de infinidad de paisajes urbanos y rurales de los países del primer mundo, que hipotéticamente representan a nivel planetario el cenit de la civilización y desarrollo occidentales.

Guetos cuajados de chabolismo donde la sociedad materialista y capitalista destierra y acumula, a los que consideran despojos humanos, desechados por ser valorados como inservibles para ser esclavizados laboralmente, y a los que no les queda más remedio, que sin recursos materiales, apoyo real institucional y ayudas sociales eficaces, no someterse, sublevarse y presentar batalla, de forma cotidiana, en una guerra perdida de antemano, contra un adversario incansable e implacable. Enemigo hostil, al que no se le agotan las fuerzas, y que por tanto no le concede tregua, y contra el que rivaliza en la lucha por la subsistencia. Supervivencia, que se disputa en los poblados de favelas de todo el mundo contra el ataque persistente y diario de multitud de plagas, que les persiguen acosan y devoran como el hambre, la miseria, la enfermedad, las ratas y los desastres naturales

Comunidad vecinal aislada por razones económicas en modernos campos de concentración, en los que malviven, asediados obstinadamente por la represión policial, legal y judicial y soportando rutinariamente condiciones infrahumanas de insalubridad y hacinamiento, los ciudadanos, despojados de su dignidad humana y derechos sociales, que son etiquetados y tratados como parias desde su nacimiento por el resto de una sociedad injusta y clasista.

Asentamientos chabolistas rodeados y cercados por las colindantes barriadas ocupadas por familias humildes desde tiempo tan inmemorial que han pasado a formar parte del imaginario y la memoria colectiva, hasta tal punto que nos hemos acostumbrado a cohabitar con esta estructura social, limitándonos a permitir su existencia siempre y cuando no rebasen las fronteras de las zonas del extrarradio urbano donde les hemos recluido, en cuarentena permanente, declarados culpables de padecer una patología social crónica altamente contagiosa, cada vez más extendida, la precariedad social, que una vez que cruza el umbral de la indigencia deriva en trastornos físicos, mentales y psicológicos 

Por esta razón y para mantenernos a salvo de las terribles consecuencias de tan terrorífica e insufrible enfermedad, que en el peor de los casos puede conducir a la muerte social y física, hemos decidido como medida preventiva condenarlos a cadena perpetua no revisable y hereditaria a cumplir en las reservas, en que se han transformado las crecientes concentraciones de infraviviendas, vigiladas por una alarmada clase media, que desde hace un lustro ha ido paulatinamente perdiendo su papel de muralla disuasoria. Filtro impermeable que hasta el principio de la crisis económica había rehusado absorber a los que concebía como trepas competidores y cumplía satisfactoriamente su misión de repelente, como primera prueba insuperable, para los intrépidos aventureros que proviniendo de la capa social más baja aspiraban escalar hasta el vértice del pirámide social.

Pero a partir del año 2008 la económica española empezó a quitarse su máscara de dorada prosperidad forzada por los malos datos financieros aparecidos en los medios de comunicación que le guitaban en su cara su verdadera y ruinosa situación. Momento a partir del cual nos mostró su autentico y oxidado rostro, enmohecido y corroído. Herrumbre provocada en su semblante real, oculto hasta ese instante, por el fraude económico y fiscal a gran escala con el que se habían estado lucrando, hasta ese año, políticos, banqueros y empresarios.

Estafa financiera, que sus maquiavélicos causantes, antes citados, prosiguen intentando disfrazar de crisis periódica y sistémica del capitalismo, y que ha tenido a lo largo de su primer quinquenio de duración un nefasto y descendente efecto equilibrador al producir la progresiva equiparación de la realidad sufrida en la actualidad a diario por la clase media, con la que vienen padeciendo secularmente los sectores de la sociedad más indefensos y desamparados.

De tal modo, que hemos llegado a un punto, tal vez sin retorno, en el que la mayoría de la ciudadanía infectada de la más fría y absoluta indiferencia, contempla inmunizada e insensible el exterminio del estado del bienestar. Hábitat social propicio, con cuya desaparición se extingue una forma de vida, la de toda una franja de población, la clase media. Motor de la encomia en los países emergentes y en la grandes potencias, que en nuestro país ha dejado de generar prosperidad. 

Ausencia de riqueza interior que en el caso de España se suma al hecho de que las prioridades de nuestros gobernantes van dirigidas a favorecer los intereses de las grandes fortunas como lo patentiza el hecho de que la cantidad que nuestro Estado ha entregado al sistema financiero para su recate asciende ya a la escalofriante e inmoral cifra de 250.000 millones de euros. Préstamo prácticamente a fondo perdido, que supone la cuarta parte del PIB, de la que los sacrificados, impotentes y forzosos contribuyentes vamos a recuperar exclusivamente, según estimaciones del FMI, menos del 25% es decir 60.000 millones de euros.

Desastrosas políticas económicas llevadas a cabo por unos dirigentes incompetentes y negligentes que lanzan a la desprotección a los colectivos más vulnerables tales como las familias que carecen de recursos económicos o son insuficientes, para cubrir la demandas básicas diarias, por hallarse sus ingresos por debajo de la media, que hoy en día se encuentra en 528 euros mensuales por unidad fundamental de convivencia: Los ancianos obligados a olvidarse de los cuidados geriátricos especializados con el subsiguiente deterioro para su salud, de los que disfrutaban en las residencias, de las que tienen que despedirse como una forma de ahorro, que beneficia al bolsillo de la maltrecha economía doméstica; pensiones exprimidas a los abuelos, a costa de su bienestar, que han devenido en el 26,8% de los hogares españoles en la principal forma de sustento económico. Las personas adultas, de las que el 40% superan los 45 años de edad, en situación de paro de larga duración que no perciben ningún tipo de prestación o es escasa para satisfacer las necesidades elementales cotidianas. Los jóvenes, de los que sólo una ínfima parte, el 20% de los menores de 30 años se ha emancipado, es decir vive fuera de su hogar de origen, el resto ni siquiera puede plantarse pagar el arredramiento correspondiente a un minúsculo habitáculo sin ventilación ni iluminación natural, en un piso de renta antigua y compartido, en la periferia de cualquier localidad española, debido a que la tasa de desocupación laboral entre los jóvenes, a fecha de hoy, sobrepasa el 55%. Desempleo juvenil que ha incrementado, desde el año 2008, la emigración del sector de la población, comprendido entre los 18 y los 34 años, en un 41,4%. Las mujeres que tuvieron que soportar como a partir de 2010 se feminizaba, aún más si cabe, el rostro de la pobreza española, al ver como los peores efectos de la gran estafa financiera, que empezaron a dar la cara en 2008, se trasladaban desde espaldas masculinas, hipotéticamente más fuertes, a las femeninas, teóricamente más débiles. Fraude financiero a gran escala, cuyas consecuencias, los hachazos, llamados eufemísticamente recortes, en inversión presupuestaria autonómica, que afectan a sectores públicos, proporcionalmente muy feminizados, como la educación, la sanidad y los servicios sociales, han agudizado la penalización sobre las condiciones de vida de las mujeres, convertidas en víctimas de despidos masivos y selectivos, perjudicando especialmente a las que viven solas y se enfrentan además a cargas familiares. Y por último, los niños y adolescentes victimas de absentismo o fracaso escolar, que interrumpen de forma temporal o definitiva los estudios a lo largo de los ciclos educativos obligatorios o asisten a clase con preocupantes síntomas de desatención familiar, de los cuales la malnutrición infantil es el más evidente y alarmante. 

Todos estos segmentos poblacionales, anteriormente mencionados, que atraviesan en nuestros días una fase de precariedad económica relativa, desierta de esperanza, están predestinados, empujados por la desidia institucional, a cruzar el umbral de la exclusión social, que constituye la puerta de entrada al Cuarto Mundo. Tierra de la frustración, abrasada bajo el sol de la desesperación, donde mana la severa pobreza, brota la profunda miseria y se estanca y acumula la insana inmundicia.

Imágenes escalofriantes y dantescas grabas en directo en el primer mundo en terrenos cercanos donde se asientan, en régimen de ocupación o cesión, las comunidades discriminadas por motivos económicos y caracterizadas por proceder de etnias o culturas minoritarias en nuestro país. Panorama desolador y deprimente visto, por la televisión, como un documental sobre zonas desheredadas por el poder financiero, abandonadas a su suerte por el poder político y condenadas al subdesarrollo por el poder tecnológico, ajenas y lejanas a la comodidad de nuestro salón, desde donde la indiferencia cómplice de la mayoría de la clase media las observa firmemente posicionada sobre una falsa creencia, excesivamente extendida, que forma parte del ancestral ideario colectivo:

La seguridad, de que la pertenencia a la raza blanca y el acceso al nivel de civilización predominante, en el que se goza de una prosperidad material y también progreso científico y técnico, y en el que se disfrutan de unos usos y costumbres sobrevalorados como más racionales y elevados, nos acoraza contra cualquier tipo de virus económico que pudiera infectarnos de precariedad social.

Vacuna que pierde su capacidad de blindaje cuando nos asedia, ataca e invade un enemigo de mil y un rostro conocido y maldecido como “los Odiosos Mercados”. Capitalistas invisibles que no dan la cara y que están saqueando y desmoronando la fortaleza económica de la clase media, dejándola débil e indefensa e igualándola con el estamento inferior. Capa social que hasta ese instante solo despertaba, en la confortable vida del estamento intermedio de la pirámide social, dos actitudes bien diferenciados y opuestos que, aparte de la fría e insensible neutralidad, antes comentada, colaboran con el capitalismo para crear un submundo conformado por cinturones concéntricos de miseria que rodean a los grandes núcleos urbanos y que oprimen el presente y asfixian el futuro de los desafortunados, que les ha tocado morar en su interior, como castigo por nacer y ser los paupérrimos del Primer Mundo.

De los dos comportamientos antes aludidos como coautores del chabolismo occidental que junto al neoliberalismo han contribuido a generar y mantener este fenómeno social de terribles consecuencias para los ciudadanos que lo padecen, el primero hacia el que me gustaría expresar mi repulsa y preocupación es, sin lugar a dudas, la abominable y detestable fobia social discriminatoria que manifiesta una mezcla de sentimientos irracionales tan primario como el odio el miedo o el asco y tan destructivos para quien los cultiva en su interior como para la victima externa que los soportan a diario.

La segunda conducta rechazable es obviamente el paternalismo compasivo, que suscita en las almas generosas y piadosas la indigencia del prójimo, convertido en una práctica habitual, que coopera tradicionalmente con el mercantilismo para conservar las bolsas de pobreza, en las que vuelca su caridad, con la pretensión de tranquilizar la conciencia del primer mundo con el reparto entre los pobres de las migajas que a los ricos les sobran. Filantropismo solidario, mal entendido y mal empleado, llevado a cabo por mentes benefactoras, bien intencionadas, que peca de asistencialista y proteccionista y que visita en misión humanitaria periódicamente guetos, cuya trágica realidad perviviendo en el tiempo y compartiendo espacio con el Primer Mundo debería avergonzar a nuestros representantes políticos, elegidos democráticamente cada cuarto años, supuestamente de diferente tinte ideológico, para poner fin de una vez por todas a una dramática situación, ante las que ni siquiera se sonrojan. 

Zonas urbanas marginales y rurales deprimidas en eterno combate contra las fuerzas del mal, encarnadas en el desempleo crónico que, a falta de perspectivas reales, ha transformado la precariedad laboral en un mal endémico en toda Europa; la externalización de la gestión de los servicios públicos, privatización encubierta, que dificulta o imposibilita el acceso a la sanidad, la educción y la cultura gratuitas, universales y de calidad a los ciudadanos, tanto nacionales como extranjeros, inmersos en un proceso de pauperización progresivo e irreversible; la ausencia de unas políticas decididas y eficaces, que garanticen el derecho de toda la población, especialmente de la que se halla privada de recursos económicos propios, a la posesión de un hogar, en régimen de alquiler o hipoteca, que reúna las condiciones mínimas y dignas de habitabilidad; la aparición de deficiencias alimenticias, que desembocan en la subnutrición, particularmente preocupante en edad infantil y anciana por ser, estas dos etapas de la evolución física intelectual y psicológica del ser humano, los dos periodos existenciales en que la mujer y el hombre son más vulnerables, es decir, más susceptibles de contraer y desarrollar enfermedades crónicas o temporales de secuelas irreversibles provocadas por las carencias nutricionales; la negación o la restricción del derecho a recibir un volumen de agua potable que cubra las necesidades básicas diarias de consumo, limpieza e higiene individuales y colectivas que eviten la proliferación y transmisión o contagio de patologías ocasionadas o agudizadas por la escasez o falta de salubridad. Y por si todos estos factores no fueran suficientemente terroríficos actuando por separado, y sobre todo trabajando cohesionados y en equipo, se han unido al más poderoso y corrupto la administración que utiliza los fondos obtenidos, extorsionando a los contribuyentes, vía impuestos, a la desprotección social de la víctima antes expoliada. Planificada y maquiavélica estrategia lograda mediante el progresivo e inevitable desmantelamiento de los Servicios Sociales y del sistema de prestaciones de la Seguridad Social, dejando a la intemperie, abandonado a su suerte, al indefenso y desamparado sujeto al que primero se le ha despojado de todo menos de su dignidad por ser inherente a la mujer y al hombre, y por tanto inseparable de la condición humana. 

Todos estas armas de destrucción masiva, antes enumeradas y detalladas, se han coaligado ahora con la intención de perseguir un nuevo objetivo el exterminio de la clase media. Categoría social, a la que no le queda más remedio que aislada e indefensa unirse a ese Cuarto Mundo, del que ya damnificada por la estafa financiera forma parte conceptual y estadísticamente y con el que antes solo contactaba esporádicamente fruto de la lástima, del remordimiento de conciencia o con la intención sincera de empoderar.

Loable y juiciosa pretensión que facilita la integración mutua entre hermanos desheredados una vez que derribamos el muro psicológico de nuestros prejuicios construido a base de acumular y superponer ideas preconcebidas. Muralla mental que, tras ser derruida, nos permite descubrir una vez que se establece una corriente de empatía continua y reciproca y somos desgarrados en nuestro interior por el mismo dolor con igual intensidad y provocado por idéntica causa, que compartimos una misma, cruda y liberadora verdad: Todos somos el Cuarto Mundo, tanto los que nacieron condenados desde el vientre materno a vivir cercados, acosados y devorados por la miseria más extrema como los que hemos sido declarados a lo largo de nuestra vida culpables de pobreza severa y somos desterrados del estado del bienestar consumista a la exclusión social. 

Y no tenemos porque ser rivales, no tenemos que competir por los excedentes del capitalismo. Tenemos hambre, si, pero sobre todo de justicia social y también estamos indignados; pero no somos perros rabiosos que se tengan que disputar los despojos que caen del banquete que le costeamos rutinariamente a banqueros, políticos y empresarios. Debemos unirnos para combatir a un enemigo común porque todos tenemos el mimo sueño cruzar la brecha social mutada en un abismo profundo e insondable que nos distancia del Primer Mundo en una nube en forma de patera, no para hurtar su ostentosa opulencia, sino para reclamar, lo que en justicia nos pertenece, la vida digna que nos está robando a diario el neoliberalismo económico y sobre la que fundamentan su ilegítima riqueza. 

Demanda que se convertirá en nuestra arma más potente, con la que la ciudadanía, declarada en rebeldía, presentará batalla intermitente pero incesantemente hasta que se nos devuelvan los derechos sociales arrebatados y el estado del bienestar robado. Cruzada por la supervivencia de las libertades democráticas que el sistema neofascista imperante no podrá aplastar ni siquiera acallar por mucho que represalien a sus defensores. Incansables y resistentes luchadores que no se rinden y que no están dispuestos a permitir que se les condene de por vida, ni siquiera temporalmente, a ser recluidos en un gueto Autenticas cárceles sin muros físicos pero con barreras sociales, que los rodean y frenan la evasión masiva de los que intentan fugarse. Huida que se repetirá, por muchas veces que los vuelvan a encerrar entre los barrotes de la desesperación, hasta que logren el objetivo final: conseguir la libertad imprescindible para poder alcanzar sus sueños. Porque no existe persecución política, policial, legal o judicial que pueda destruir una idea mientras haya una sola persona en el mundo que crea firmemente en ella.



INTRODUCCIÓN


Pensamiento y esperanza que se convierte en una luz que guía a las oleadas migratorias que, escapadas desde el infernal Cuarto Mundo subsahariano, arriban hasta nuestras costas. Playas que, una vez superados el primer obstáculo, el dispositivo de control y vigilancia marítimo-terrestre, mutan en la puerta de entrada al paraíso occidental. Edén prohibido para los extranjeros indocumentados, por el que se mueven, libre y hábilmente a través de la vía de la clandestinidad, los más afortunados y previsores, en busca de familiares amigos o conocidos con los que se ha contactado previamente, que suelen constituir, la matriz originaria a partir de la cual se va entretejiendo la red de acogida y apoyo creada en el país receptor.

Tejido social limitado e incapaz de cubrir dignamente de modo indefinido la necesidades básicas del recién llegado, que al encontrarse en situación irregular y no reunir los requisitos preceptivos y abusivos para poder normalizar su estancia en el país de destino se ve abocado a la exclusión del derecho a trabajar y residir legalmente en el país elegido para establecerse de forma transitoria o definitiva. Marginación que le conduce directamente de nuevo a un Cuarto Mundo, al que parece estar fatalmente predestinado, sin escapatoria posible. Pero esta vez sin salir del territorio nacional elegido para labrarse un futuro y en él que pretendía cosechar, en un mañana no muy lejano, el porvenir que su tierra de procedencia le niega.

Pero desde el primer momento la aproximación del expatriado, en situación irregular, buscando refugio en las áreas urbanas del extrarradio, donde se asienta y prolifera la marginalidad resulta infructuosa y decepcionante, debido a que en la mayoría de las ocasiones se produce, como primera reacción, un rechazo o como mínimo un recelo injustificado hacia el inmigrante, recientemente aparecido, con intención de instalarse, al que se observa con una amalgama de sentimientos entremezclados, entre los que figuran la desconfianza, el miedo y el racismo, que generan una manifiesta hostilidad hacia el potencial vecino.

Extranjero, visto como un forastero intruso y rival, con el que tenemos la obligación de competir por alcanzar el récor soñado, es decir, un trabajo digno y estable. Meta prácticamente inaccesible por estar reservada, en la actualidad exclusivamente, a una élite de privilegiados del mundo de la política y las finanzas. Razón, por la que en la disputa por lograr una colocación remunerada no nos queda más remedio que conformarnos con la consecución de la medalla de oro, las cadenas opresivas de la explotación o el premio de consolación, los grilletes represivos de la precariedad laboral.

Lucha por la supervivencia entre ciudadanos locales y foráneos, en la que la combinación de sentimientos antes nombrados, agitados previamente por la mano diestra del fascismo, muta en un coctel peligroso y explosivo que estalla alterando la inestable coexistencia entre personas nativas y extranjeras. Enfrentamientos interétnicos, interculturales e interconfesionales, a nivel físico y verbal, que se inician, la mayoría de las veces, como una simple e irrelevante discusión personal; pero que, extendida y agravada por agresivos jóvenes de ultraderecha que caldean el ambiente con sus proclamas y mensajes incendiarios, xenófobos y racistas, acaba degenerada en violentos disturbios callejeros.

Cachorros, hijos políticos, criados y amantados por la mala madre, la ideología fascista, que más daño le ha causado a la pseudodemocracia española a lo largo de su breve historia; y que costeados y dirigidos por el capitalismo; y alentados por la impunidad policial, legal y judicial de la que gozan, cumplen una única misión, que ignorantes y ofuscados por el fanatismo ideológico, desconocen la mayoría de estos integristas nacionalcatólicos, que no es otra que favorecer los intereses del neoconservadurismo político. 

Corriente de pensamiento ideológico que en su vertiente financiera, se ha endiosado hasta el punto de no hacer acepción de personas, ideas o tradiciones que no le resulten rentables, es decir, que exclusivamente desea preservar el acervo cultural y los usos, costumbres y hábitos, que generen ganancias y mantener a los individuos de la especie humana que pueda exprimir hasta extraer el máximo jugo económico.

No debemos olvidar que el sistema capitalista, esa maquinaria global de consumir recursos, nos ha fijado a cada uno el instante, en que nos tiene que llegar la temida hora de la gran extenuación. Momento, en el que el hombre y la mujer sin más valor que un recurso productivo o una materia prima, empobrecidos al máximo, después de haber sido exprimidos hasta la última gota de nuestro capacidad física o mental de crear riqueza en beneficio de la minoría que se lucra a nuestra costa, somos desechados como mano de obra, incluso barata, y expulsados del estado del bienestar.

Terrible e indeseable trance, del que no se libran ni siquiera aquellos votantes ingenuos o afiliados ilusos que con la complicidad de su decisión electoral han encumbrado hasta la cima del poder al régimen neoliberal. Sistema fascista, del que ellos también se convertirán en victimas cuando sean tachados de vagos, maleantes e inútiles por una ciudadanía ultraconservadora y reaccionaria que no les perdona que hayan caído en la condición de improductivos. Pecado inaceptable, por el que serán valorados y tratados como objetos molestos inservibles e irrecuperables o en el mejor de los casos catalogados como sujetos potencialmente peligrosos. 

Clasificaciones ambas con igual resultado, puesto que las dos tienen, con el objetivo de prevenir la delincuencia o como mínimo de alejar la marginalidad, idénticas consecuencias para la persona afectada, ser primero repudiada y apartada socialmente y finalmente condenada al abismo infernal del Cuarto Mundo occidental, en el que los orcos fascistas quieren transformar las vidas de todos los ciudadanos, a los que el neoconservadurismo, independientemente de su origen geográfico, cultural o racial, considera una pesada carga para las arcas del Estado. Lastre que, en realidad, dificulta el crecimiento de las inmensas fortunas que políticos, banqueros y empresarios no dejan de amasar saqueando el cofre donde se guarda el Tesoro Público.

Erario, al que todos contribuimos, excepto evasores y defraudadores, dos de las especies de tiburones de guante blanco, que con su cruel y descomunal voracidad han provocado la actual recesión económica, hasta tal extremo que, si estas dos especies de criminales financieros declararan la totalidad de su patrimonio y tributaran la parte correspondiente en nuestra nación, España disfrutaría de superávit. Infames y avaros especuladores, cuyo delito fiscal nos cuesta, según estimaciones del colectivo de técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA), a cada contribuyente residente en nuestro país, tanto nacional como inmigrante, un incremento de 2.000 € anuales de media a la hora de de cumplir con nuestras obligaciones con el Fisco. Papa Estado, que se caracteriza por un excesivo, mezquino e implacable afán recaudatorio, que ha convertido a España, hoy en día, en la nación de Europa, y segunda del mundo detrás de Turquía, en la que más ha aumentado la pesada carga impositiva desde el año 1965. Esfuerzo tributario, que ha incrementado la presión fiscal hasta el 115% con respecto a ese año, habiendo ya subido previamente en 2007 un 153%, y que afectando principalmente a las rentas ganadas con el sudor de la frente obrera, tanto nativa como extranjera, patentiza una campaña premeditada y persecutoria hacia el estamento intermedio de la pirámide social. Rodillo recaudatorio con clavos que exprime a la vez que aplasta a una clase media que sumisa soporta, desde 2011, a uno de los tipos máximos de IRPF, el 52%, sin contar los gravámenes adicionales preceptivos en algunas comunidades, más elevados de la UE. Capa social intermedia sometida por parte, de la que acumula el poder financiero y político a un rodillo tributario que deja a la ciudadanía, dominada por una situación feudataria, propia del Medievo, sin recursos económicos, en beneficio de las rentas del capital que, privilegiadas fiscalmente, gozan de una carga impositiva que en el caso de las ganancias de las empresas oscilan del 1% de las SICAV al 10% del resto de corporaciones, debiendo realmente disfrutar las grandes de una retención del 30% y las pequeñas y medinas del 25%.

Elusión de las obligaciones fiscales, efectuada con el beneplácito y la connivencia de la Administración Pública y amparada en la infinidad de figuras legales que garantizan sustanciosas exenciones y desgravaciones fiscales, que empuja al Estado a obtener liquidez de la única fruta que aún puede prensar para extraer algún jugo, el salario del proletariado. Clase trabajadora abocada a través del desempleo, la precariedad laboral y la desprotección institucionalizada a la exclusión social, que constituye el Pórtico de entrada al avernal Cuarto Mundo. Dantesco asentamiento, a merced de las potenciales catástrofes naturales, de las prioridades electoralistas y partidistas de los gobernantes, y de los caprichosos e injustificados intereses policiales, donde se concentra y prolifera la pobreza más extrema. Emplazamiento inseguro, en que las víctimas del cataclismo financiero cíclico iniciado en el 2008 y provocado por la codicia del capitalismo salvaje, desplazados del bienestar del primer mundo, se encuentran, buscando refugio con los condenados, sin posibilidad de remisión, apelación o indulto, al destierro generacional y hereditario. 

Marginación social por razones económicas, étnicas y culturales, que tanto en zonas rurales como urbanas del Primer Mundo se ha transformado en una situación endémica de segregación, en la que, en contra de su voluntad se ven inmersos también los expatriados que vienen huyendo, desde los territorios de partida o origen, del hostigamiento, criminalización, encarcelación, asesinato selectivo y de las ejecuciones masivas por motivos políticos, religiosos y raciales, además de los conflictos bélicos, de la persistente y mortal hambruna y de la eterna miseria imperante en el Cuarto mundo africano, americano o europeo.

Fatídico infierno incrustado en el paraíso occidental, en el que caen empujados por el racismo, la xenofobia y la intolerancia tanto los inmigrantes en estado de ilegalidad como los extranjeros que finalmente logran penetrar en el edén de la normalidad después de superar un cúmulo de obstáculos topados en la vía estrecha y dificultosa que conduce a la ansiada legalidad. Senda repleta de contratiempos derivados de la ocultación y el anonimato, impuestos por la clandestinidad, que exclusivamente permite conseguir ocupaciones laborales, en régimen de esclavitud, rara vez y escasamente asalariadas o a cambio de techo y/o comida; acceder esporádicamente a condiciones habitacionales dignas, puesto que solo los más afortunados pueden disfrutar de un cuartucho alquilado en un piso compartido, la mayoría tienen que resignarse con convertirse en usuarios de las camas calientes o los pisos pateras o en el peor de los casos con habitar en un poblado chabolista; cubrir el aporte nutricional mínimo diario, imprescindible para no poner mortalmente en riesgo su salud física, a través de la caridad de la iglesia, el asistencialismo de las ONGs o el paternalismo de la administración; satisfacer las necesidades educativas, sanitarias y de asesoramiento legal gracias a la labor altruista y desinteresada del voluntariado profesional específico y cualificado para cada área. 

Afortunadamente, después de derrotar un sinfín de dragones, finalmente el dichoso y valeroso caballero expatriado culmina el proceso de regularización que le posibilita transcender de la valoración de simple individuo, al que nuestro gobierno neofascista le niega el ejercicio de las libertades recogidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a la consideración de persona, o lo que es lo mismo, de sujeto de derechos y deberes reconocidos en la legislación vigente.

Pero la felicidad dura poco o nada en el hogar del pobre y en cuanto el paro llama a la puerta del elegido, tanto si es nativo como extranjero, el Estado embarga nuestros derechos y confisca nuestras libertades, igualando con el trato dispensado a personas inmigrantes con nacionales, puesto que se convierte en el brazo gubernativo que ejecuta, sin discutir, las ordenes del capitalismo más despiadado e inhumano. Fiel vasallo que, siguiendo las premisas del neoconservadurismo deporta y confina dentro de la exclusión legal, social y económica a los sectores demográficos catalogados como improductivos, a los que menosprecia y maltrata como si fueran una rémora para el avance de la encallada nave de la economía global. Fascismo camuflado de pseudodemocracia que actúa de idéntico modo con la mano de obra que no es susceptible de ser explotada, motivo por el que es despreciada por el sistema neoliberal por considerarla como una amenaza. Clase trabajadora que es etiquetada y desechada, como mercancía peligrosa e inestable, por no estar dispuesta a resignarse y doblegase ante un empleo precario caracterizado por la movilidad, la flexibilidad y la temporalidad laboral, además de por la competitividad salarial y el abaratamiento de la contratación y el despido. Razonable descontento popular y lógica disconformidad ciudadana que son castigados y marginados socialmente con la reclusión dentro de las fronteras del cuarto mundo occidental que penaliza al preso privándolo de gozar libremente de las libertades fundamentales también, llamadas públicas, tales como la obtención de un trabajo justa y equitativamente remunerado, la posesión de una vivienda digna y adecuada, el acceso a una justicia, sanidad y educación gratuitas universales y de calidad, el disfrute de una alimentación diaria equilibrada, la garantía de un suministro de electricidad y agua potable ininterrumpido, salvo por cuestiones técnicas, la existencia en el entorno vital, tanto, personal, familiar como colectivo, de unos niveles mínimos de limpieza, higiene y salubridad indispensables para gozar de unas condiciones de vida saludables, y por último, y no por ello menos importante, la participación en las activadas comunitarias de tipo social, político, cultural y también en las destinadas al ocio y tiempo libre en el municipio, región o estado, en el que se resida.

Apropiación estatal y retención indebida, ambas atentatorias contra la legalidad constitucional, que deberían suscitar un levantamiento popular, pacífico y generalizado contra los auténticos responsables de la acelerada e imparable precarización social que estamos padeciendo en la actualidad. Movimiento que alce de su asentada e histórica postración a una ciudadanía que, en estado de rebeldía contra el enemigo común, abarque, sin distinciones, a todos los colectivos residentes en nuestra nación independientemente de su situación legal, de su grado de empobrecimiento, y de su procedencia geográfica, étnica, cultural y religiosa. Hombres y mujeres idénticos en dignidad que, obviando nuestras diferencias y abandonado el afán competitivo entre iguales, seamos capaces de unir nuestras fuerzas en un empeño común: Recuperar los derechos y libertades usurpados por el despótico neoconservadurismo dominante. Legítimo objetivo que nos empuja a dirigirnos al santuario de la democracia, cuyos muros protegen a los auténticos culpables de la situación de indefensión en la que nos hallamos frente a la dictadura del capitalismo, y tras los que mantienen cautivas a nuestras libertades, a las que violan diariamente, y raptados a nuestros derechos, a los que maltratan cotidianamente. Circunstancia, que revistiendo carácter de urgencia, nos obliga a acercarnos a la sede parlamentaria para reclamar, de forma no violenta, a los dos coautores del secuestro, al poder ejecutivo y a su cómplice, el legislativo, su inmediata liberación, de tal forma que una vez libres sean realmente accesibles para toda la población. 

Asedio incruento que aprovecharemos para exigir a nuestros representantes políticos que dejen de despojarnos de nuestros derechos y de arrebatarnos nuestras libertades; puesto que fueron elegidos por la soberanía popular para legislar y gobernar en beneficio del pueblo. Razón de peso por la que nuestros dirigentes comunitarios deberían estimar, como asunto prioritario, acordar, en el marco de la Unión Europea, unas directrices conjuntas, de preceptivo cumplimiento, que faciliten verdaderamente, dejando de lado la indecente y moderna hipocresía democrática, la libre circulación y residencia, además del derecho al trabajo, de los ciudadanos extracomunitarios. 

Normativa comunitaria, que debería completarse con la aprobación en cada uno los Estados de la Unión de una legislación que demuestre, de forma clara y evidente, la apuesta, decidida y sin trabas burocráticas, por unas políticas de inmigración caracterizadas por favorecer la regularización y la integración de la persona extranjera en el país de destino; por contemplar el fenómeno migratorio como una fuente de enriquecimiento económico, cultural y social para la nación de acogida; y por valorar el desplazamiento demográfico temporal o permanente como una oportunidad para el inmigrado para su desarrollo personal en el ámbito social y cultural y a nivel, intelectual, psicológico, educativo y profesional.

Pero, sin el menor atisbo de duda, para lograr la plena inclusión, en igualdad de condiciones, del expatriado en la sociedad de acogida resulta imprescindible, en primer lugar, dejar de ver al diferente, en general, y al inmigrante, en particular, como una amenaza. Sujeto supuestamente peligroso, al que se criminaliza, sin justificación racional alguna, como medida preventiva.

Y, en segundo lugar es de vital importancia que la Unión Europea, como garante y firme defensora de los valores democráticos a nivel internacional, dé una llamada de atención, denuncie públicamente y sancione, por ese orden, a los Estados miembros que, como en el caso de Austria, no respeten la Declaración de los Derechos Humanos.



TESTIMONIO: 
AUSTRIA DEPORTA A LA MUERTE


Desde hace dos decadas están teniendo lugar ocupaciones de iglesias por refugiados de diferentes países europeos con el objetivo de presionar a las autoridades para que se les reconozcan sus derechos básicos.

Es el caso de más de medio centenar de refugiados provenientes de diferentes países como Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Marruecos que se han manifestado de manera noviolenta en Viena para luchar por sus derechos como seres humanos: derecho al trabajo, a ser legales, a vivir fuera de la guerra y el terror, del hambre y de la miseria. Sin embargo, el gobierno austriaco y las leyes europeas que éste sigue no les han considerado como tal. 

Los refugiados, con el apoyo de la comunidad cristiana y del cardenal Christoph Schönborn, han estado protestando desde septiembre de 2012 de maneras diversas, con 2 meses de ayuno voluntario, huelgas de hambre y manifestaciones. En una rueda de presnsa convocada por los solicitantes de asilo en la huelga de hambre que realizaron en diciembre Khan Atalah expresaba: “No queremos caridad, lo que queremos es trabajar y pagar nuestros impuestos.”

Pero todo esto no es suficiente, no es valido puesto que el gobierno austriaco decidió deportar el 29 de Julio a 10 de los refugiados. La deportación significa la muerte para muchos de los ellos, quienes se han posicionado contra el régimen taliban. A la vuelta les espera la cárcel, las torturas. Y, muy posiblemente, la muerte. ¿Somos conscientes de ello?

El cardenal austriaco, que se encuentra a 10000 km de su país, en las Jornadas Mundiales de Juventud en Brasil con el Papa, conoce bien la situación de los refugiados y hoy por la mañana ha expedido el comunicado claro de que se paren estas deportaciones. Y pidiendo que “no se contradigan las reglas de la ley y de la humanidad (…)

Las útimas noticias que tenemos desde Viena nos iinforman de que se están llevando a cabo las deportaciones de 8 de los refugiados de origen pakistaní, sus compañeros han comprado pasajes en los vuelos en los que serán deportados para tratar de pararlos de manera noviolenta. Nos piden que informemos de lo que está sucediendo.

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